Capítulo 5

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Distrito de Gion, Kioto, Japón; 12 de febrero de 1945

Al abrir sus ojos con pesadez, sintió como la ventana aún abierta dejaba entrar por completo la luz del nuevo día, impactando con fuerza en su rostro.

Cuando se incorporó en la cama de la habitación, se percató de que aún llevaba las prendas que usó el día de ayer; por lo menos, había hecho la travesía de no dormir con el saco y los zapatos puestos.

Dio un fuerte respiro, inhalando el suficiente oxígeno para que sus pulmones se llenaran por completo. Y, al exhalar, una extraña sensación de tranquilidad abordó a su ser. No sabía la razón detrás de esto, pero, después de mucho tiempo, al despertar pudo darse el lujo de permanecer entre las sábanas por unos prolongados minutos, solamente observando la lejana ventana que lograba transmitirle el sonido del Gion ya despierto.

La puerta de la habitación fue abierta, y el ministro entró.

—Buenos días, muchacho. Me alegra que hayas dormido bien —Se encaminó a la mesa cerca de la ventana y depositó un recipiente—. Quiero disculparme contigo por haberte hecho dormir con un amargo sabor de boca. No deberías de hacer caso de los delirios de un hombre senil. Admiro la calma con la que tomas las adversidades de esta vida, a comparación de mí, que he vivido muchos más años.

ChangBin bajó la cabeza, sonriendo.

—Nadie podría permanecer en calma con lo que hemos estado viviendo...

El ministro hizo un ademán con la mano.

—Bueno, no quiero agobiarte. Pienso regresar a la capital mañana, por lo que pasearé por el teatro y veré una obra de kabuki* para no irme sin haber visto una interpretación de aquí. ¿Y tú?

(El kabuki es uno de los cuatro tipos de teatro clásico japonés. En el kabuki, los actores salen al escenario a representar una historia con la cara cubierta de maquillaje blanco y líneas de colores muy características. Este tipo de teatro nació en el periodo Edo, en la ciudad de Kioto, en el año 1603).

—Ah... —Lentamente bajó de la cama y buscó la única maleta con la que había llegado—. Puede que yo... tome un paseo por el distrito, aún no lo sé. No me encuentro del mejor humor... —Intentó mostrarse indiferente.

—En cualquier caso —Le ofreció un paquete.

—¿Ministro?

—Cuando moví tu maleta, me percaté de que te viniste con tan poco. Que muchacho tan irresponsable —Negó con la cabeza—. Incluso te dormiste con esa ropa ya sucia. Anda, prueba si te queda ese traje, y si es el caso, quédatelo.

—No lo puedo aceptar, de ninguna forma.

—Ya te dije que me agradas, ¿está mal querer agradecerte por hacerme compañía en mis delirios de guerra? —Se sentó, cercano a la ventana—. Soy parte del departamento de ministros del país, el dinero no es problema para mí. Vete a bañar y luego come algo, pareces un espíritu de la hambruna.

ChangBin tocó su rostro ante ese comentario.

Caminó por la habitación y se miró en un espejo que había en un mueble cercano.

Hasta ese momento, no se había percatado del estado en el que se encontraba. Su cabello era un desastre, su imagen por sí sola era inapropiada y lamentable. Recordando que tendría que verse con alguien esta noche, tomó la rápida decisión de quedar con una imagen presentable.

(...)

Ya comenzaba a anochecer; podía notar el comienzo del ocaso por el cambio de tonalidades en el cielo.

La mugungHwa que se marchitó [HyunBin/ChangJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora