Prólogo

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A pesar de sentirse tan feliz, tan lleno de vida, pareció que su sentir era tan solo un cristal de delgado grosor. 

Fue tan fácil romperlo.

Fue tan fácil hacerlo ver con crueldad la realidad en la que vivía.

El mundo sabía eso, el cielo de igual forma era consciente.

El cielo, poseedor de una hermosa claridad digna del Edén, pronto fue herida de gravedad por la soberbia.

De aquella herida comenzó a desbordarse la sangre que pronto tiñó por completo al cielo.

Su alrededor se oscureció por la sangre, ya no podía dejar de mirar aquella herida del cielo.

Estaba asustado.

Quería correr, pero sabía que era demasiado tarde.

El cielo lo consumió por completo.

El cielo silenció sus lamentos, retuvo las lágrimas que no pudieron caer de sus ojos.

Ya dejó de doler.

Ya dejó de sufrir.

Todo había acabado.



Lloró por su mala suerte.

Lloró por el deseo que el mundo le había roto.

Lloró porque, por fin entendió, que no existía tal cosa como la felicidad.

Se miró en el espejo.

Reconoció el cruel destino del que no era capaz de escapar,  el cual le arrebató toda esperanza.

Por fin se despojó de la cárcel.

Por fin, pudo extender sus manos, y tocar el horizonte.

Tenía miedo, pero a su vez, aquel miedo era consumido por la desesperación.

Al principio dolió, pero, después, llegó la calma.

Sonrió, mirando al cielo, aquel cielo que él miró por última vez.

Llamó por él.

Lloró por él.

La libertad lo cobijó con ternura.

Ya dejó de doler.

Ya dejó de sufrir.

Todo había acabado.

...

...

...

¿Por qué...?

¿Por qué no tuviste piedad...?



La mugungHwa que se marchitó [HyunBin/ChangJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora