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Te columpiaste entre los edificios hasta llegar a tu hogar. Entraste por la ventana de tu habitación y diste un suspiro agotada. Habías tenido un fuerte enfrentamiento contra el Duende Verde, este había logrado escapar. Lo perseguiste por un rato hasta que le perdiste el rastro, luego de patrullar un rato, decidiste que era tiempo de ir a hacer la tarea.
Ocultaste tu traje en lo profundo de tu closet para pasar a darte una ducha. El agua tibia te relajó, habías tenido algunos golpes pero gracias a tus poderes el dolor y los moretones ya habían sanado. Tenías pocos meses siendo Spiderwoman y no podría ser más genial para ti. Excepto por retrasarte en la escuela y tener que mentirles a tus seres queridos.
No había nadie con quien hablar de eso. Ni siquiera tu mejor amigo Miles sabía que eras Spiderwoman, era demasiado arriesgado. Entre menos supieran todos, más seguros estaban.
Saliste a tu cuarto con una toalla cubriendo tu cuerpo, saltando de sorpresa al encontrar a Miles acostado en tu cama.
—Hola, preciosa — soltaste un grito asegurándote de estar cubriendo tus partes privadas, Miles también soltó un grito cubriendo sus ojos y dándote la espalda aún acostado en la cama — ¡No vi nada, lo juro!
—Bobo — reíste sonrojada. Te cambiaste rápidamente, dándole un vistazo al escondite de tu traje antes de cerrar el closet — No te esperaba.
—¿Y-ya puedo voltear?
—Sí — sonreíste acostándote a su lado. Miles se volteó hacia ti, sonrojado por haberte visto envuelta en tu toalla. Carraspeó nervioso.
—Perdón por asustarte — se rascó la nuca — Es que estaba emocionado por mostrarte algo.
—A ver, haces que me de intriga — lo miraste a los ojos sonriendo.
Miles sacó su teléfono, mostrándote las fotos que él había tomado esa misma tarde de Spiderwoman luchando contra el Duende Verde. Soltaste un suspiro. Miles trabajaba para el noticiero, tomaba las fotografías que mostraban en la televisión y en los anuncios de los edificios que estaban por toda la ciudad. El problema era que el presentador del programa era anti-spider, es decir que te odiaba. Siempre afirmaba que eras una amenaza para todos, que era tu culpa que llegaran tantos villanos a Brooklyn, todo con tal de hacerte quedar mal.
Por fortuna tenías tus fans, lo sabías. De hecho, Miles admiraba mucho a Spiderwoman.
—Esas fotos están geniales, bebé — Miles sonrió escuchando el apodo que siempre le decías.
—¿Verdad que sí? — sonrió orgulloso — El señor Jameson me hizo una propuesta de trabajo. Si averiguo la identidad de Spiderwoman, podrían contratarme formalmente.
Te sentaste en la cama, abrazando tus piernas. Miles te miró extrañado, imitándote y sentándose igual que tú.
