La Teoría Del Cigarro (Craig)

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Cuando me desperté esa mañana, lo primero que pude notar era al pelirrojo dormido entre mis brazos. En la posición en la que estábamos, podía observar sus largas pestañas y las pecas que se encontraban en sus mejillas. A mi vista, parecían pequeñas estrellas adornando un universo entero. Si él abriera los ojos en ese momento, sería capaz de ver sus orbes esmeralda como galaxias en las que podría perderme.

Aún faltaban casi cuarenta minutos para que sonara la alarma, pero como costumbre, me desperté antes de que eso pasara. Mi intención fue, en su momento, levantarme y prepararle el desayuno, pero sus manos estaban aferradas a mi pijama y mis brazos rodeaban su cuerpo. No deseaba despertarlo y, si era honesto, no quería alejarme de él.

Todo era diferente cerca de Kyle: explosivo, intenso y, particularmente, me hacía sentir especial. No era porque él me admirara profesionalmente; ni siquiera le permitía estar mucho tiempo en el área de repostería mientras trabajaba. Pero había algo en él que me hacía sentir vivo, la forma en la que expresaba su cariño siendo agresivo me daban ganas de molestarlo. Aún era bastante inocente al lado de mí.

Lo que había conocido dentro de una relación era opuesto a mis experiencias recientes. No sé exactamente si se trataba de la rutina que llevaba con Tweek o si, en algún punto, di por sentado mi relación con él. Pero no era ni similar, y la emoción que sentía con el pelirrojo me encantaba.

Cuando conocí a Tweek en la primaria, su sonrisa fue una de las cosas que más me enamoró. En ese entonces, yo no tenía ni idea de que él me gustaba, pero era algo casi magnético. La primera vez que me di cuenta de que me gustaba fue cuando nos escapamos del auditorio de la secundaria. Habíamos pasado días ensayando, pero Tweek y yo, justo antes de que todos comenzaran, empezamos a tocar uno de los temas de mi videojuego favorito. Yo con la guitarra y él con una ocarina que llevaba escondida en su chaqueta. Al terminar nuestro espectáculo improvisado, agarramos nuestras cosas y salimos corriendo ante todo el alumnado, sin importarnos las consecuencias que esto tendria. Mi mano sujetaba la suya mientras, con la otra, sostenía la guitarra y nos escapabamos del mundo.

Caminamos un par de calles hasta llegar a un parque y tocamos la misma melodía en el frío invierno, hasta que juntamos casi 30 dólares que terminamos por gastar en una cafetería competencia de la de sus padres. Nos mantuvimos tomados de la mano mientras bebiamos café y, cuando volteé a verlo, nuestras miradas se conectaron y tuvimos nuestro primer beso... De ahí, todo era historia.

Siempre nos vimos constantemente apoyándonos, jamás estuvimos solos, y fuimos construyendo nuestras vidas en base a los sueños el uno del otro. Pero justo cuando estaba por pensar que lo extrañaba, la alarma sonó y me sacó de mis pensamientos, llevándome a ver esos ojos esmeralda enfrente de mí abrirse. Le di un abrazo fuerte y comencé a besar todo su rostro antes de sentir cómo trataba de escapar de mí, pero no con gritos ni enojo, una risa contagiosa salía de sus labios antes de que él me detuviera con un beso.

El primer beso que me daba sin que yo lo pidiera.

-¿Qué tienes? ¿Amaneciste tan feliz?- me cuestionó de inmediato mientras me abrazaba aún acostados en la cama.

-Mi novio pasó la noche conmigo, ayer me presentó a su madre y descubrí que le gusta mucho el salmón-, respondí antes de sujetar su rostro con cuidado y darle un beso más. -También descubrí que puede besarme sin que se lo pida. Usualmente es muy terco y debo insistir.

Una mueca de desaprobación se dibujó en sus labios y afianzó el abrazo, entrelazando un poco nuestras piernas.

Tardamos muy poco tiempo en levantarnos de la cama y empezar el día. La mañana fue bastante normal, yo me fui al baño de la habitación principal y él se quedó en el del pasillo. Preparé mi mochila con mi uniforme, desayunamos sándwich y nos fuimos a la cafetería.

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