Riña

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Abrí los ojos como cualquier otro día, mi corazón latía a mil por hora, ya llevaba dos meses viviendo con clyde, y todas las mañanas eran bastante parecidas, me levantaba temprano y preparaba el desayuno,  le servía su comida a vodka y  esperaba a que el castaño abriera los ojos y el olor de la comida lo bajara.

Pero hoy fue diferente, podía escucharlos, hace un par de días que había empezado, podía escuchar a barbara gritándole a clyde sobre lo molesto que era que vodka le gruñera la mayor parte del tiempo y de lo irritante que era llegar y no poder disfrutar de la intimidad en la sala con su novio, y claro, podía escuchar a el castaño defendiendo a capa y espada a su perro y a su amigo.

—¡sabes que clyde! ¡Terminamos! ¡Si no planeas que las cosas cambien, terminamos! ¡Es mejor así! —gritó la rubia mientras yo me enrollaba en la manta esperando escuchar nuevamente a clyde rogándole que no lo hiciera, y aún más, diciendo que entrenaría a vodka.

Pero no fue así.

—¡bien! ¡terminamos! ¡Ya estoy cansado yo también de tus amenazas; esto no es amor! —

y por primera vez desde que comenzaron las peleas no lo escuche llorar

mi cuerpo se movió por instinto, me levante, baje las escaleras de la casa suavemente sin que ellos me escucharan y comencé a cocinar, no siempre todo era bueno, me sentía culpable de que el chico que me había ofrecido su casa tuviera problemas por mi culpa, o al menos así lo sentía, cada que barbara comentaba sobre mi presencia sentía esa ligera espina de responsabilidad que clyde de inmediato apagaba con un "no es verdad".

ignore a vodka por un momento mientras hacía panqueques y huevos revueltos con tocino, hice suficiente para los tres, para Clyde, Bárbara y para mi, hablaría con ellos, estaba decidido ya en mudarme para que dejaran de tener esa sensación de que no podían hacer nada si estaba yo.

No quería ser el culpable de la ruptura.

Tarde poco en escucharlos bajar, clyde tenía los ojos rojos he irritados igual que barbara, el se acercó para darle de comer a vodka, quien por cierto no bien la rubia se acercó, comenzó a gruñirle y corriendo a esconderse tras mis zapatos en la cocina.

—¿¡vez!? Tu estupido perro no deja de gruñir cuando me ve — aseveró la rubia tomando asiento en la mesa mientras clyde solo giraba la mirada — debes regalarlo.

—¿diasculpa? — pregunto clyde más tranquilo que nunca, en su semblante se podía notar la rabia— ¿por qué regalaría a mi perro? ¿para que mi ex se sienta cómoda? No linda, así no funcionan las cosas en esta casa.

—sabes que no vas a terminar conmigo, es mejor que le digas adiós a ese perro si quieres tener a tu novia contenta — respondió con seguridad mientras servía los tres platos del desayuno con su respectiva taza de café en la mesa

—yo buscaré un departamento, puedo llevarme a vodka y...

—¡problema resuelto!, matamos dos pájaros de un tiro ¿vez? Te dije que se iría — dijo triunfante mientras el castaño sonreía y se sentaba en la mesa, no en su lugar junto a barbara; si no a lado de mi.

—para nada, tweek y vodka se quedan, ellos han hecho esto un hogar para mi, Eres mi ex y ellos mi familia, a demás, no vives aquí, nunca lo quisiste, vodka llego antes que tú a esta casa, también tweek, tienen prioridad sobre ti — aclaró torciendo el labio — Bárbara, ya tome la decisión ... los elijo a ellos.

La rubia casi se infarto cuando escucho eso, no sabía cómo reaccionar, y lo entendía, clyde había elegido e incluso yo admitía que no era la decisión más lista que el chico pudiera tomar.

—¿puedes repetir eso por favor? ¿Que los eliges a ellos? — preguntó bastante molesta, con el rostro Colorado y su ceño fruncido, una chica realmente temible.

—¿quieres que te lo diga en francés?— preguntó antes de que todo quedara en un horrible silencio —au revoir, mon amour, ce fut un plaisir! ... pas vraiment— y ella huyo del lugar casi de inmediato.

El silencio se hizo presente en la habitación hasta que vodka comenzó a pedir atención y subirse en mis piernas para alcanzar el tocino del plato. Clyde no lo pensó ni un segundo sobo su sien y con una sonrisa amplia dio un par de golpecitos en sus mejillas

—¡haaaaaa! ¡Menos mal que esto termino! ¿cierto? — dijo con un hilo de voz rota mientras cargaba al cachorro que en nada termino acurrucándose entre sus brazos olvidando la idea de tener el tocino en su hocico — ¿soy un desastre verdad tweek? ¿Como se supone que iba a elegir?

Mis labios temblaron cuando quise darle la respuesta, pero no, no podía de mis labios no salía absolutamente nada ni un hilo o un lastimero sonido en intento de consuelo.

Poco a poco lágrimas comenzaron a caer de mis ojos y terminaban en mi barbilla hasta caer en mis piernas.

—¡no! ¡No llores! ¡No fue tu culpa! ¡No importa lo que ella diga! — murmuró suspirando antes de bajar a vodka y palmear mi espalda — las cosas acaban cuando tienen que acabar. Es así de sencillo, ella y yo ya no dábamos para más. Pero... ¿puedes quedarte? Solo por hoy... no vayas.

De inmediato comprendí a lo que se refería, no dude ni un segundo en apagar mi teléfono y ponerme de pie limpiando mis lágrimas.

—vámonos— dije con tranquilidad mientras el me miraba confundido

—¿a donde? —

Mire al piso y observe a vodka con una sonrisa ladina. Clyde de inmediato comprendió y al igual que yo apago su celular.

—terminemos de desayunar y nos vamos, pero pobre de ti dónde este cachorro nos lleve al fin del mundo— dijo bastante animado antes de negar un par de veces — esto será una gran aventura...

Menta & ChocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora