Cuando desperté estaba en casa, admitía que me dolía la cabeza y no me sentía muy bien que se diga, estaba mareado e incluso e el más pequeño sonido hacía que yo me tumbara en la cama.
Me levante como se me dio a entender y me encaminé a la cocina, recordaba poco; un azabache alto de ojos azules, mirada fría pero alguien gentil...desgraciadamente el único nombre que resonaba en mi cabeza era "Peru" ... un apodo quizá, más tarde sería algo que debería preguntarle a stan, ya que él había sido quien lo había llevado o encaminado a la mesa.Olí mi ropa mientras caminaba, apestaba a alcohol y claro no es que fuera de esos que toman hasta caer inconscientes o perder la razón, simplemente que no estaba acostumbrado a beber ningún tipo de alcohol y el vodka era un asesino silencioso sin sabor pero siempre deja una resaca que aún al más experto lo hace sufrir, sin mencionar que consumí Ron en cantidades que en mi vida había imaginado bebería.
La casa estaba vacía ningún ruido que viniera de los otros cuartos me molestaba lo cual era una bendición tomando en cuenta que stan solía poner su música a máximo volumen. En la cocina encendí la cafetera y abrí el refrigerador, el pastel estaba ahí, llamando y seduciéndome con sus sabores, gritándo mi nombre mientras el aroma penetrante del chocolate oscuro inundaba la habitación; Corte una gran rebanada del pastel y una vez listo mi café con leche y azúcar me senté a desayunar... Si es que a eso se le podía llamar desayuno, aquel sabor estaba tan perfecto por sí solo que me hacía pensar en las veces que me había salvado un postre de ese lugar.
Cuando termine con Rebeca ya estaba estudiando gastronomía, ella me dejó un par de días antes de mi cumpleaños, necesitaba un lugar para leer para pensar en lo que quería... Mi plan con ella había sido abrir un negocio juntos, un bistro... Pero cuando eso acabó, no tenía ni la más mínima idea de en qué me quería dedicar.
Fue ese momento en el que vi la cafetería, aún no era tan famosa, había un chico rubio de Barista un castaño sonriente actuando de mesero y una voz llamaba y gritaba comandas desde lo que era la cocina, el rubio no bien me senté en la barra preparo un americano y me lo ofreció, ahí conocí al chef Tweek, estaba tan preocupado... Por verme llorar que se sentó a mi lado y me abrazo sin preguntar, me distrajo contándome sobre su historia su sueño de una cafetería en la gran ciudad, como creció en pueblo trabajando en la cafetería de sus padres.
Desde ese día todos los lunes iba a encargar un postre, jamás me hice cercano al personal de el lugar, ya que poco después hubo una reseña gastronómica y salió a la luz la pequeña cafetería de Brooklyn sin embargo jamás deje de ir, fue ahí donde me di cuenta que el chef Tweek no hacía la producción que había alguien más tras aquellas delicias que me transportaban a otro mundo y es que ¿cómo alguien que siempre estaba en barra podría hacer semejantes delicias?de la cocina siempre salían bandejas llenas de postres que con los meses fueron mejorando, más y más era lógico que no podrían ser de alguien que les dedicará poco tiempo.
Después consiguieron abrir una pequeña zona de cursos de repostería de dos tipos, para estudiantes y para personas que sólo desean aprender cosas que pueden hacer en su casa. Como era de esperarse yo entré al grupo donde había estudiantes de gastronomía, el curso lo impartía el chef Tweek lo cual me desorientó y desánimo por qué yo deseaba conocer al chef detrás de los postres del lugar, pero hablando con el ayudante, Christophe, descubrí que Tucker era alguien más paciente, alguien a quien le resultaría más fácil que explicará a personas poco conocedoras y eso era mejor a conseguir un ataque de nervios de parte de él prometido de el mismo, pero cuando quise entrar al curso de "principiantes" el no me acepto el chef tucker me rechazó en su clase... Por qué no creía que yo debería aprender a hacer lo mismo que una quinceañera que deseaba cocinar para su novio.
Solté una risa tonta mientras bebía el café latte y deje que mi mente vagara en cosas más alegres, como imaginar al chef Tucker y lo que sería trabajar con el, ¿sería gentil? ¡Eso era claro! Por algo el chef Tweek estaba tan orgulloso de tener al prometido perfecto claro que mis fantasías pronto se vieron interrumpidas provocando que soltara un suspiro mientras escuchaba como se abría la puerta de la casa, el simple sonido del girar de la perilla de la misma me molestaba, pero debía admitir que me hacía feliz verlo llegar a casa en una sola pieza.
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Menta & Chocolate
RandomUna traición escondida en un sabor, Un nuevo amor que es fresco y que es dulce. Crean el postre perfecto, y se alejan del sabor efímero del café. Se alejan de lo que no es dulce... Se alejan de los recuerdos amargos. Por qué como un soplo de viento...