VIII

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Después de una larga semana la médico logro liberarse del tormentoso turno de noche, causa principal de su estrés y ojeras. Pero como si el destino estuviese en su contra justo en el momento que se retiraba del colegio para ir a su casa a descansar empezó a llover en grandes cantidades.

La médico se quedó de pie en la puerta principal de la institución observando el nublado cielo.

— Maldición — musitó frustrada, la lluvia era cada vez más intensa. Había dejado su paraguas en casa

Estaba completamente lista para partir hacia su lugar de descanso, si tan solo no se hubiese demorado en terminar su papeleo. Lo último que Ieri esperaba era el cuerpo de una maldición de nivel inimaginable, era realmente difícil para ella después de agotadora semana.

Solo podía abstenerse a mirar las grandes gotas de agua, su paraguas debería estar en la esquina de la puerta principal de su casa.

Era tarde, todos los estudiantes estaban en sus respectivos dormitorios y cada profesor en la comodidad de sus casas o eso pensaba ella.

La lluvia era tan notoria que Shoko juraba poder contar cada gota que caía, suspiro pesadamente al saber que tendría que esperar un buen rato e incluso horas ante lo visto. Acomodo su bolso encima de su hombro mientras pensaba en una solución para poder llegar a casa.

El reloj marco las seis de la tarde, justo la hora en que el chamán más fuerte de todos salió de la sala de profesores para caminar hacia la puerta principal del colegio. Se había quedado de holgazán durante un rato mientras conversaba con Yaga, su ex-maestro y ahora director al cual respeta bastante.

— Toma — dijo Yaga antes de que el albino se fuera, este le lanzó un objeto que Gojo atrapó fácilmente

El más alto observo el objeto dandose cuando que se trataba de un paraguas

— Sabes que no lo necesito — dijo en el marco de la puerta

— Llévatelo — dijo el director desde su asiento a su antiguo estudiante

— Pero... — Satoru era bastante testarudo haciendo que una vena se remarcara en el rostro del mayor

— No lo repetiré dos veces — dijo Yaga con un aura intimidante

El más alto se incorporo al verlo haciendo una pose militar

— Como ordenes sensei! — dijo Gojo con una sonrisa conmoviendo al mayor

El director se soprendio para después reírse, había pasado un tiempo desde que lo llamaron así. Este levanto una mano despidiendo al chamán.

Satoru caminaba por el oscuro pasillo que apenas era iluminado por la farolas colgantes mientras tarareaba una canción incomprendible y cargaba el paraguas en su mano izquierda, sus pasos resonaban al mismo tiempo que su canto.

Sus largas piernas lo ayudaba a terminar los pasillos con facilidad, su postura recta y imponente era digna de admirar. El albino doblo la esquina del último corredor que lo llevaría a la salida. Gojo caminaba metido entre sus pensamientos, ahora que lo pensaba no había visto a Shoko en todo el día.

Podía escuchar la intensa lluvia pero eso no era inconveniente para el, después de todo podía caminar bajo ella y nisiquiera se mojaria gracias a su infinito. Sin olvidar que Yaga le dió un paraguas

Satoru se preguntaba dónde estaría Ieri, talvez en su casa bajo el calor de sus sábanas o en algún bar, la conocía bastante bien pero justo en el momento que elevo su mirada todas aquellas teorías desaparecieron.

— Ahí estás — dijo en su mente, la castaña estaba a un par de metros frente a el. Justo en la puerta principal del colegio

Gojo admiro a Shoko mientras se acercaba, no sabía si está se había percatado de su presencia.

𝙈𝙮 𝙤𝙣𝙡𝙮 𝙡𝙤𝙫𝙚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora