IX

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Un suspiro proveniente de Gojo resono en el salón de profesores, estaba aburrido. Los de primero aún no eran traídos al colegio y los de segundo iban por su cuenta, no había maldiciones o trabajos importantes que hacer, estaba totalmente libre.

Salto de su asiento para dirigirse a la puerta y salir, llevo una mano a su boca al bostezar mientras caminaba. Sabía perfectamente que Shoko no estaba en el colegio así que no tenía porque quedarse durante toda la tarde, si algo sucede lo llamarían.

Se retiró de la institución rápidamente para ir a la cuidad, un paseo no estaría mal.

Cómo era de esperarse los sonidos del tráfico, semáforos y personas teniendo su vida diaria aparecieron en grandes cantidades.

Podía escuchar uno que otro murmuro de chicas al notar su presencia, ningúna podia inmutarse a la belleza del gran Gojo Satoru. Sonrió con mucho ego para seguir avanzando

No sabía que hacer, las veces que a estado en la cuidad es por misiones junto a sus estudiantes y durante su adolescencia con Shoko y Suguru. Más de ahí acostumbraba pasar el tiempo lejos de bullicio.

Camino por varios metros hasta toparse con un puesto que para la buena suerte del albino era de mochis, este se inclinó totalmente así el hombre al ver que se trataba de un anciano

— Abuelo — el mayor levanto sus cansados ojos hacia el de los seis ojos

— Oh! En que puedo ayudarte? — dijo el hombre de avanzada edad

Satoru llevo su vista hacia todos los mochis para después señalar uno en específico

— Quiero uno de estos — dijo el más alto

— De zunda? — este era el relleno, el albino asintio

El hombre pregunto la cantidad pero el de los seis ojos solo quería uno,así que simplemente se lo llevó en su mano luego de pagar el precio.

Con su mochi favorito empezó a caminar si un rumbo definido, al primer mordisco recordo a Shoko. Sonrió al recordarla, la castaña le había regalado bastantes en el pasado.

— Shoko — dijo enternecido mientras comía, avanzo mientras terminaba su bocadillo gustosamente, realmente eran sus favoritos.

El chaman camino hasta estar el centro de Tokyo donde la cantidad de personas era aún más, se detuvo para observar su alrededor. Niños y adolescentes llendo a sus escuelas, adultos en traje caminando a paso rápido, semáforos dando paso a los autos y autobuses, el sonido de trenes bajo tierra. Era el orden de todo.

Niños entran a la escuela desde una edad temprana donde pasan la mayor parte de su vida amoldandose a estandares inútiles que no los dejan ser ellos mismos. La graduación los obligaba a buscar un trabajo para ganar algo de dinero y sobrevivir, luego llegaría la vejez y finalmente la muerte. Todo estaba establecido desde el principio, una cadena que se repetía.

— Que aburrido — penso Gojo, no entendía como los humanos podía vivir de tal forma.

Estaba estático en medio de todo pero sus ojos encontraron cierta cabellera que lo hizo volver a sus cinco sentidos.

Reconocía aquel hermoso cabello marrón, brillante, largo y sedoso. Solo una chica podía tenerlo, dio un paso hacia adelante para comenzar a acercarse, estaba seguro de que era ella.

Atravezo la multitud sin importarle nada, podía oírlos quejarse al empujarlos con su gran cuerpo pero era lo último en lo que podía pensar, corrió con un poco de desesperación al notar que su figura se desplazaba.

Cuando estuvo a punto llegar a ella el chirrido de un auto logro distraerlo, jadeo frustrado ante su fallo ya que al regresar su mirada hacia el frente ella no estaba. Chasqueo sus dientes seguido de meter sus manos en ambos bolsillos y empezar a caminar.

𝙈𝙮 𝙤𝙣𝙡𝙮 𝙡𝙤𝙫𝙚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora