Three

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Aziraphale estaba feliz. ¿El motivo? No lo sabía, solo estaba feliz. Tal vez algo extraordinario pasaría dentro de poco.

Tal vez no sea un secreto que Aziraphale amaba a ABBA. La sensación que las voces de los cantantes le producían era solo de paz. Esta, era una de las ocasiones en las que Aziraphale los oía; lo hacía cuando estaba feliz, cuando estaba triste o cuando simplemente estaba solo en la librería acomodando uno que otro libro porque no tenía nada que hacer. Y ahí estaba; tarareando, bailando y cantando "Honey honey, don't conceal it, a-ha, honey honey" - Cariño, cariño, no lo niegues, aja... Cariño, cariño.

Por algún motivo, lo que venía después de aquella estrofa le sonaba muy familiar a algo que él diría: "I don't wanna hurt you, baby" "I don't wanna see you cry" - "No quiero herirte, nene, no quiero verte llorar".

Era extraña aquella canción. Una persona que se había enamorado por completo de otra, la cual le correspondía pero tenía miedo a herirlo. Él no lo entendía, pero se le hacía familiar.

¿Por qué será?

En fin, nadie sabía de aquel gusto, ni siquiera Crowley, porque desde que Aziraphale muy temerosamente le confesó que le gustaba The Beatles (música actual para la época en la que lo dijo) la serpiente enloqueció tildando de aburridos sus gustos por milésima vez en toda su existencia. Ambos eran fanáticos del cuarteto de Liverpool, aunque Crowley lo negará o dijera que era aburrido, el ángel sabía lo mucho que le gustaba la época de Sg. Pepper 's Lonely Hearts y que fue por Lennon que se hizo aquel corte de cabello tan extraño pero de moda para la época. Desde ese momento, Aziraphale decidió guardarse uno que otro detalle de sus preferencias actuales para evitar futuras discusiones con la serpiente.

"Honey, Honey..."

-¡Ángel, ángel...! -Crowley era quien hablaba tocando la ventana de la librería avisando su llegada.

Azirphale quito rápido el disco "Waterloo" y lo escondió por gracia divina mientras la serpiente entraba.

-¿Que hacías? -preguntó la serpiente con el ceño alzado viendo los nervios que Aziraphale intentaba ocultar.

-Acomodando una lujosa colección de 1800'. -sonrió el ángel con un tono de despreocupación. Obviamente estaba nervioso y Crowley se había dado cuenta de eso, pero a pesar de eso se limitó a asentir, aunque con un gesto muy obvio de incredulidad. -¿Bueno, que te trae por aquí?

-Me dio hambre -respondió frío el demonio mientras se servía una copa de vino.

-Oh...

-Y tengo noticias sobre el Armageddon -agregó con un suspiro, como si le fuera pesado hablar. Con eso, buscaba que la primera afirmación no se hubiera oído tan fuera del lugar.

La expresión del ángel cambió por completo, si ya estaba nervioso, ahora lo estaba aún más, no sabía si por el hambre de su amigo o por las noticias del Armageddon.

-¿A qué te refieres con noticias... Sobre el... -tomo aire -Sobre el Armageddon.

Es que él solo mencionarlo hacía que se le formara un nudo en la garganta.

-Si, eso, mí querido ángel. El fin del mundo, la extinción humana, ángeles contra demonios, bla, bla, bla.

-Sé a qué te refieres. Dios, ¿cómo ángeles pasó esto? ¿Hace cuanto lo sabes? Vaya, yo pensaba que algo bueno pasaría hoy. --dijo con tristeza.

Crowley no dio una respuesta cierta, en vez de eso insistió en ir a almorzar a algún lugar, puesto a como ya había mencionado: Tenía hambre.

Y eso hicieron; fueron a comer a un lujoso restaurant en el centro de Londres. Crowley pagó ya que Aziraphale estaba demasiado hiperventilado con todo lo que le había dicho sobre el Armageddon como para terminar su plato o beber una copa más de vino. Las noticias no eran nada precisas aún. Crowley solo le había comentado del rumor que alguien sería traído de las entrañas del infierno para crecer entre los humanos, claramente: El anticristo, pero aún no se sabía fecha exacta solo que sería lo más pronto posible.

There he goes againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora