Crowley's Valentine

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Que maldito miércoles había llegado, luego de un martes 13, de esos que dicen los paganos, es de mala suerte. Un día normal y nublado en la ciudad de Londres, Soho. Crowley veía la ciudad, la sociedad, los detalles: las tarjetas sobre una pantalla en vez de un detalle escrito a mano - no tenía nada en contra de eso pero odiaba haber perdido la dedicatoria del amor en papel y lápiz- sin duda, odiaba las flores desprendiendo un olor horrible a plástico o los postres sin gluten para los novios no engorden y mantengan su llamada "linea". En vez de una rosa un collar que contaba más el valor de sus diamantes; en vez de un canción una noche de pasión. Sin duda no hay nada más triste que el amor en esta época. Habían quedado tan pocos románticos como él, tal vez yo escritor o tu mi amado lector.

Crowley bajo del Bentley aclarándose la garganta para tocar la puerta de la librería de Mr. Fell, aunque con un poco de dolor de cabeza a causa del alcohol y de las desdichadaa trasnoche a causa de dolor que un amor no correspondido dejó.

Un ángel abrió la puerta, desprendiendo pureza e inocencia... Algo que le decía que este día no era igual que los anteriores. Viendo a los alrededores, las calles estaba llenas de luces cegantes y aburridas adorando con mediocridad los miles de corazones rojos asimetricos por dónde parejas fielmente, creyendo en su amor tomadas de la mano profesaban jamás dejarse. Las tiendas repletas de infinitas frases repetidas por siglos de siglos, los vinos y chocolates a un precio tamaño inflación mundial y a los tontos enamorados comparándolos para sus amados. ¿Aquel día estaba cerca?

-Buenos días, Míster Crowley. -saludó Muriel con alegría. -¿Qué lo trae por aquí? ¿Será que el amor lo ha llamado hasta esta librería?

El demonio gruñó y pasó fingiendo una sonrisa.

-Solo quería saber como estaba todo -dijo en voz amarga viendo los alrededores del interior de la librería.

-Oh! Todo está muy bien.

-Bien... -exclamó tajante Crowley.

Vio a través de las persianas como miles de parejas se acumulaban en la Cafetería de Nina.

-¿Sabes de casualidad que día es hoy? -preguntó.

-Por supuesto que lo sé -respondió alegre Muriel. -Es 14 de febrero. San Valentin. Estaba leyendo un libro sobre eso.

Crowley lo entendió todo. Soltó un suspiro amargo y se fue a tirar al sillón continuando a ver por el ventanal a las parejas.

-En realidad es uns fiesta pagana -continuó el ángel -Aunque la iglesia lo...

-Sí sí sí sí, la de Valentin y bla bla bla...

Muriel calló y para no hacerlo enfurecer más continuó a curiosear por los lares de los libros dejándolo a él en sillon.

El demonio pelirrojo era muy amargado y gruñón, mucho más desde que ella residía en esa librería. ¿Sería que su presencia le afectaba?. Crowley había comenzado a ir seguido hace un par de semanas, luego de desparecerse mucho tiempo desde que ella habitaba ahí. La mayorías de las veces llegaba y divagaba, miraba al vacío, luego buscaba entre los libros alguna explicación sin resultado alguno, ciertas veces hacia preguntas significativas y tenía conversaciones agradables pero cortas con Muriel y de vez en cuando hacía una pregunta un poco intrigante, que al decirla parecía que de su garganta aquellas palabras luchaban por salir entre dolor e ira: ¿Tienes noticias del cielo?. Muriel siempre negaba y luego de eso, Crowley se iba cabizbajo dejándola con té en una taza blanca de porcelana con alas de ángel.

Muriel intentó continuar pero a diferencia de otras veces, el demonio que antes le intimidaba estaba pensativo y triste viendo a través del ventanal. ¿Será que algo callaba su corazón en esta fecha que parecía ser tan especial?

There he goes againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora