Eight

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—¡Mierda! —se oyó cuando se abrió la puerta de la habitación.

Angel y demonio pausaron su discusión para voltearse a ver la escena en la que Freddie yacía en el piso, Roger quejándose, encima de él, Brian recomponiendose en la pared y Jonh riendo por lo bajo mientras ayudaba a alzar a sus compañeros.

—¿Estaban detrás de la puerta? —preguntó preocupado Aziraphale alejándose del cuerpo furioso de Crowley para ir a auxiliar a los chicos.

—Ay no, cómo crees —respondieron Roger y Freddie mientras sacudían el polvo de sus ropas.

—Solo... se tropezaron —mintió Jonh

—¿Los cuatro a la vez? —preguntó Crowley furioso. —¿Estaban oyendo nuestra conversación?

Los cuatro integrantes de la banda negaron, bueno... la mayoría. Uno se quedó en silencio. Crowley sabía bien que debía de preguntarle si es que quería sinceridad, así que se acercó a él muy lentamente al más sincero y correcto del grupo.

—Brian, querido. —dijo calmando su voz gruesa y furiosa a un tono más tranquilo —Acaso ... .estaban detrás de la puerta... —el demonio intentaba calmarse y mantener la voz firme pero... —¡¡¿¿Acaso estaban oyendo la conversación entre MI ángel y yo??!

Nah, no lo logró. Crowley no soportaba las mentiras, solo las que él decía, pero eran siempre para protegerse, proteger al ángel o... divertirse un rato.

La única persona de la que aceptaba mentiras era de Aziraphale, aunque... sabía que el ángel no se permitía mentir, ni a él, ni a nadie y las muchas veces que Aziraphale lo hizo, fue para proteger a Crowley, no de algo, si no de él mismo. Pero si es que Crowley se enterase que una de las cosas que ha dicho Aziraphale fueran mentira, lo aceptaría, no importa cuantas veces el ángel lo hiciera o cuanto le doliese la verdad, si era posible creerle para que su estúpido corazón no se quebrara: Crowley le creía...

A parte de la mentira, una de las cosas que más odiaba Crowley en toda su existencia era que invadieran los pocos momentos de privacidad que tenía con Aziraphale (En realidad siempre eran privados, pero a Crowley simplemente le molestaba que cualquiera le interrumpiera cuando hablaba con Aziraphale).

—-Dime la verdad, May. —volvió a decir más calmado.

El rizado miró a sus compañeros, como si con eso les pidiera ayuda; ellos negaron con la cabeza. Solo estaban negando con la cabeza. Brian suspiro y volteo a ver a los oscuros lentes del demonio y con una cara de inocencia e ignorancia negó lo que era obvio.

—¡¿Me están mintiendo?! —grito furioso — Juro que si lo están haciendo, haré que...

—Eso no importa, querido —lo interrumpió Aziraphale en tono dulce, tocando su brazo para calmarlo. —Lo importante es que ellos estén bien y no hayan sufrido ningún daño. ¿Verdad?

El ángel se giró a verlos. Los pobres estaban adoloridos, sus caritas de arrepentimiento eran obvias, y sólo querían volver a sus habitaciones a descansar del largo viaje que tuvieron... O al menos así lo interpretó Aziraphale, que era el más preocupado de todos por saber si estaban bien. Crowley sabía que esta situación les causaba gracia, es que a los miembros de Queen les encantaba hacer enojar a Crowley para luego ser perdonados de la manera más rara y estúpida posible: haciendo música.

—Ángel, estaban espiando. —refuto acusándolos —¿Cómo pretendes que esté tranquilo si no tendremos... digo... tendré privacidad aquí?

—¡Cálmate!. Ya nos dijeron que fue una casualidad, tal vez... estaban caminando y tropezaron. Eso suele pasar, así como aquella vez cuando tropezaste con el primo tercero de la reina Isabel II: Ivar Mounbtbatten y casi lo besas.

There he goes againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora