Un corto tiempo

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Una respiración agitada atascada en su garganta al contener sus gemidos. Unas entrañas que sentían todas las embestidas que a su vez, hundían su cuerpo contra la cama. Sus rojizos labios cubiertos por la saliva que su propia boca desbordaba entre mordidas y entreabiertas comisuras. Unas manos que marcaron la piel de sus muslos y cintura al ser apretados bajo ellas. Un rendimiento tan inmediato como debía ser, que acabó con ambos, interrumpiendo la quietud de un silencio, vaciando la famélica intención de una acción y reinventando la pasión de un amor.

Harry nunca había experimentado tal sensación en su interior, una presión deliciosa que jugaba una batalla entre el roce de una dolencia y el quejido de una complacencia. Su piel siendo estirada, su espalda siendo besada y su vientre siendo emujado contra la cama. Ahora estaba ahí, sentado sobre esas mismas sábanas en las que minutos antes se enredó y manchó de sí junto a Louis. Se vestía con prisa, sonriendo sonrosado al volver a colocar cada prenda en su lugar, acariciando su cuerpo sintiendo una calidez abrupta pero perfecta. Y, a un lado de él, yacía un Louis con el cabello hecho un desastre haciendo lo mismo.

Aquel rostro debía ser un juramento hecho a algún joven dios sin piedad de hacer a los mortales rogar, quedar sobre sus rodillas y dedicarse a admirar su mejor obra. Ya que Louis sonreía sin mostrar su preciosa y brillante sonrisa, aunque por momentos sacaba la punta de su lengua y se lamia los labios. Sus mejillas ya quemadas en la brasa de cierto y reciente alcance. Su respiración aún movida por la adrenalina albergada dentro de su mente y organismo. Louis le miraba tan enamorado que hacía a Harry removerse en pena, se sonreían y Louis le llenaba de ternura y cariño.

—Dime cómo te sientes, dime cómo te sentiste. ¿Hay algo que quisieras modificar? —Pregunta Louis levantándose para posarse frente a el. —Porque te aseguro que la intranquilidad ya está haciendo de lo suyo y me está pidiendo que te tome de nuevo. —Concluye su Lou pícaro.

Harry le mira perplejo, atrapado en esas facciones que tanto adoraba. Sonríe tímido y niega.

—Me gustó como fue todo, me gustó estar contigo. —Cada vez cayendo en ser un susurro con cada palabra. Louis sonríe y cuando Harry se pone de pie no le toma mucho apresarlo entre sus brazos para besarle.

Harry hace lo que siempre hace, le toma del rostro y sonríe mientras se besan, por consiguiente Louis hace lo mismo al sentir su sonrisa sobre su piel.

—Te amo de una manera que me hace incomprender por qué mis ojos no se resignan a estar sin tu mirada sobre ellos. —Dice Louis sintiendo que sus palabras son insuficientes.

—De verdad que no sé si todos quedamos cortos con lo que dices o soy solo yo y mi incapacidad de expresarme. —Responde Harry acurrucándose en el pecho ajeno. Riendo un poco con su torpeza. —Pero todos aseguro que te amo en sobremanera.

—Así lo creo, porque así me hace sentir mon modèle. (Mi modelo). —Contesta Louis dándole un beso en la cabeza.

Y cuando no exista un después será porque el fin habrá llegado, pero si vivo el fin contigo, aquello simplemente nos dirá que fuimos el significado de "para siempre".

—Tú me dijiste una vez que Porthpeelsa era pintoresco y creo que fuiste demasiado modesto para describir tu hogar. —Cuidadosos, se agobian en el sigilo de sus pasos mientras salen del cuarto y buscan las escaleras de nuevo.

—No es mejor de lo que Brighton es. —Asegura Harry.

—Brighton es una palabra de fascinante significado para mi, yo crecí ahí. Porthpeelsa debe transportarte a recuerdos que yo desconozco. —Contesta Louis, como siempre, tranquilo, pacífico, como si no temiera del pasado, del cambio y del futuro en la medida en la que Harry lo hacía.

El retrato del joven Ormrod || Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora