¿Por qué te he yo de extrañar si te puedo tener?

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Primero que nada quiero dedicar esta fic y este capítulo a dos de las personas más importantes en mi vida. Una de ellas de hecho inspiró al personaje de Eva Pussett y esa era mi abuelita Evangelina ☆♡ La otra persona tan preciosa a la que le dedicó todo esto es a quien fue mi abuelito Manuel ☆♡ No pude tener mejores abuelitos que ellos, y las palabras siempre serán insuficientes para dar una descripción que quedé a la talla de ambos. Hasta el cielo tiene dos guías por los que la tierra les tiene envidia.

-Mont. ♡







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Dormir y soñar con el día en que hablemos de nuevo es tan doloroso que ni siquiera en la inconsciencia deja de arder. Muy por el contrario, cazar brujas que susurran chismes sobre como estás mejor sin mi me embrujan. Toma dos o tres horas que el llanto funda mi corazón, pero ahí está, presente se queda esa seca sensación de no ser merecedor de nada. Pero de querer serlo del todo. De sentir que merecezco un perdón que ni tú mismo te darías si fueras yo.

Y como una pintura salpicada de disolvente, todo tenía un rastro de haber sido escrito bajo un secreto. De intentar haber sido borrado, cremado. Odiaba tanto guardar secretos. Pero ahora era distinto, nunca había experimentado algo cercano a la despedida del aburrimiento que trae consigo una ilusa y poco nítida imagen de un paraíso. Estaba asustado, claro que lo estaba si su alma ya lo había estado toda su vida. Sin embargo, seguía peleando por una señal para correr. Quería hacerlo, se sentía listo y le sonreía a su reflejo en el café. Tan amargo que tuvo que agregarle una cucharadita más de azúcar para poder ingerirlo.

Nunca fue fanático de lo amargo. Lo que era extraño, pues todos lo asociaban a esa palabra.

Pues cuando su mundo se quemó y su mandíbula se quebró al instante en que nació y lo silenciaron por todos esos años, lo conoció a él. No era ni la mitad de valiente de lo que él lo era, mucho menos contaba con esa comodidad al conversar con todos sin temer de nadie o de nada. Fuera de serie resultaba esa petición suya de querer ser visto, por que sí, eran tan diferentes y a la vez tan iguales que le asustaba. Él lo conocía tan bien que había visto hasta lo que mejor escondía, y aún así se quería quedar. Quería estar a su lado. Eso siempre le asustó, pero se sentía tan seguro y genuino que lloraba cuando estaban lejos el uno del otro. Lo extrañaba al cerrar los ojos y lo soñaba al dormir porque ya estaba embrujado por él. Como odiaba amarlo a veces. Sin embargo, no había escapatoria, lo amaba.

Estaba por más cansado de comprimir su vida en una lejana creencia que albergaba calma. Calma que nunca llegaba, pero que pensó tendría. Ahora reconocía bien que no sería así si no lo tenía a él a su lado. Qué extraña combinación fascinaba su atención. Y en algún lado, también velaba por la extinción de una rivalidad que nunca debió existir. Quería ver a Niall y quería hacerlo ya. La llamada fue por más breve, no podían demorar más tiempo. Ya habían gastado muchísimo.

En trémulos rayos de alegría, que ocultó en un tono casi rígido y poco efusivo, Harry tomaba el teléfono entre sus dedos y respondía al tan esperado llamado.

-¿Diga? -Jamás le habló de usted a Niall, eso era nuevo. Eso resaltaba su nerviosismo.

-Harry. -Su nombre es la respuesta que recibe. Y sin verlo venir Niall lo repite más de una vez. -Harry, Harry, Harry...

-Niall.

Conocer cada facción del rostro del otro no dejaba de adornar la situación como algo aún más tormentoso. No sabía que esperar. No entendía siquiera por qué le había herido tanto ya no ser dueño de ese apodo tan estúpido que tanto solía odiar.

-No hay algo puntual que pueda dirigir hacia ti en la premura de una llamada tan imprevista. -Agrega el rubio. -O tal vez sí. Harry debiste decirme, siempre pudiste decirme lo que quisieras. Pero comprendo que la retención de tus palabras estaba fundada en el miedo que te pedí no me tuvieras, porque siempre supe que habría a quién sí temerle. Y por ello te pido desde el fondo de mi corazón que me disculpes y me dejes verte. Quiero verte, me gustaría verte. -Enternecido el corazón de Harry se le escapan unas lágrimas y sonríe de oreja a oreja.

El retrato del joven Ormrod || Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora