Aquella por la que lloraría

1.7K 217 281
                                    


No pasa ni una semana desde la visita de George Pussett para que Louis vuelva a Drighton con la esperanza de rogar por su hermana. Fue un viernes el día que se marchó prometiendo volver, dejando a Harry solo con la compañía de la nefasta y peluda Abeja de nuevo.

Y las lluvias habían aumentado, por lo que salir a cierta hora del día no era algo conveniente, no a menos que te quisieras ahogar el el aguacero. Solo le quedaba al rizado acompañarse de Liam y Niall después de clases, teniendo la esperanza de recibir noticias positivas sobre el matrimonio de Victoria. Cosa que, por cierto, había estallado un mar de chismes y habladurías; "¿cómo podría aquella jovencita casarse si sus hermanos mayores seguían persiguiendo la soltería?" "Seguro ella es la salvación de la familia" "Probablemente ella sea la primera hija cuerda que tuvieron los Pussett y por eso se casa".

Además, la ausencia de Louis en Chaltam no había sido una ayuda a cesar estos comentarios. Ahora había comenzado a existir una presión más grande a saber en qué momento se casaría el mayor de los Pussett, el hombre al mando en caso de George faltar. Y, mucho más importante, ¿quién sería la afortunada? Parecía que Louis se trataba de una porción de tierra que debía ganarse la mejor postora. Y si así se hablaba de Louis, Charlotte era algo más allá. La joven gozaba de gran belleza, de un precioso encanto y de una excelente educación. Era perfecta, y eso no le convenía a Harry, porque su familia ya la había contemplado una vez, y no lo habían olvidado.

—Papá dice que, pese al poco control que los Pussett parecen tener sobre sus hijos, cada uno de ellos son una gran ventaja en la sociedad. —Le contaba Connor por el teléfono. —Dice que son como adquirir una buena parcela de tierra.

Su hermano, por supuesto, no lo ve. Pero Harry tuerce la boca como gesto de disgusto. —¿Y tú qué piensas de los Pussett?

—¿Yo? Yo nunca he entablado mayor conversación con George. Pero tú compartes cuarto con su hijo, dime qué puedes contarme de él. —Responde Connor despreocupado, ignorando lo que Louis era para su hermano.

Harry se queda sin hablar por un segundo donde solo es protagonista su suspiro.

—Las descripciones son muy apegadas a la realidad, Louis parece saberlo todo, además posee una... —Había fascinante tono en cada palabra que el menor pronunciaba. —...una elocuente y distintiva manera de expresarse. Es llamativo, así es él. —Dice.

—Veo que ya no lo aborreces. —Bromea Connor. Y si hubiera estado cara a cara con su hermano hubiese visto el rubor en los pómulos del otro al hacer notar ese hecho.

—Nos llevamos mejor, sí. —Responde. —Es difícil no llevarte bien con el, es muy buen conversador. Tiene una gran labia, una tan buena que es casi hipnótico.

—¿Crees que su hermana sea igual? —Repentinamente dice Connor.

—¿Por qué lo dices?

—Papá sigue creyendo que ella debería ser tu esposa. Insiste e insiste que te la mencione, lo lamento. —se disculpa Connor. A Harry le hierve la sangre.

—No me voy a casar con Charlotte Pussett. Sigo firme con esa decisión. —Responde Harry con un deje de hastío a la mínima mención de aquella posibilidad.

—Lo respeto entonces. Solo falta convencer a papá. —Agrega su hermano.

¿Y era acaso que todos suponían que la vida de sus hijos fuera un negocio? Harry rezaba porque olvidaran aquello o, al menos, Charlotte encontrase a un caballero que fuera completamente de su gusto y que por elección propia contrajera matrimonio con alguien que no fuera el.

—Pues tendrá que verme morir antes que en un altar con ella. —Responde decidido Harry.

Connor podía sentir la tensión en la voz de su hermano, por lo que decide cambiar de tema.

El retrato del joven Ormrod || Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora