El eco de tu olvido mendigó mi miedo

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17 de Abril de 1913.

Sin fotografías para detener un reloj las golondrinas llamaron a los caminos al éstos confesar suspiros. Promete que siempre me recordaste y me recordarás. Me basta con saber que soy un humorado recuerdo que ruge carcajadas en las historias que le contarás a tus hijos. Que fui parte de ti y que, de alguna forma, siempre estaré ahí. Porque te viví y te miré, porque te amé y te lloré. Porque el eco mendigó mi miedo y mi miedo ríe ahora, viéndose tan pequeño como el rocío que se empañó en nuestras ventanas alrededor de nuestro salvajismo y de nuestra juventud.

No tengo fotografías para recordarte pero ¡cómo te sueño al caminar por nuestras huellas empapadas de nuestro propio olvido!

Olvido que no existe, olvido del que temo.

Fue un 17 de Abril de 1913 que Liam Shelley escuchó por primera vez el llanto de su hijito recién nacido Andrew Thomas Shelley. También fue un 17 de Abril de 1913 que Liam Shelley escuchó por última vez un "te amo" de la voz de su esposa Margaret.

Dime tú cómo una noticia así puede ser tan ilusoria, tan horrible y abusadora que te arranca una parte del corazoncito sin tú mismo siquiera haberlo terminado de creer. ¿Qué me arranco del pecho si por desesperación me quiero arrebatar hasta el suspiro, pero alma ya no tengo? ¿Adónde vas si lo que más quieres es ahogarte en lágrimas y que te abrace y bese quien es el motivo de tu llanto? Que te mire. Que te mire con sus ojitos, que los abra y ría de tu llanto. Que no se vaya, que no quieres que se la lleven si no terminas de despedirte de tanto que saboteas tus palabras para alargar la noche, como si el tiempo no pasara. Sabes que va a pasar y dormir o es tu aliado o es tu enemigo, si pestañeas un poco menos tiempo tendrás, pero al estar despierto la extrañas y la recuerdas. ¿Cómo no lo viste? ¿Qué tanto hubiera sido diferente si lo hubieras visto venir? Como si pudieras detener algo que ni siquiera viste venir. Y ahí, en la angustia del desespero callas tus gritos porque te arde el coraje y te pudre la misma ilusión ingenua de que, de repente, ahí estará. Como si nada, como si el tiempo no cobrara y como si el cuerpo no se te quebrara en mil pedazos con cada movimiento, a la par de que esa parte tuya, la que no se fue con ella, se estrujara cada vez más. ¿Pero adónde vas a huir si ella ya no está?

¿Y por qué ella que te enseñó tanto no te supo decir cómo es que ibas a poder seguir sin ella?

Sentado bajo la luz del sol apuntándole por la ventana, Liam cargaba a un pequeño bebé colorado de carmín por el llanto que parecía imparable de su parte. Liam no hacía mucho, lo sostenía e intentaba con desespero consolarlo. No lo lograba, y muy dentro de su corazón yacía la angustia y el miedo de cómo iba a cuidar de esa pequeña vida chillona si no sabía siquiera cómo hacerle parar de llorar. Tal vez Margaret lo hubiera logrado hacer. Por supuesto que ella hubiera sido mucho mejor criando a su hijo que él. Y Liam tan solo —quizá muy egoísta— anhelaba haber muerto él. Quería morir porque no sabía qué seguía después de ella, nunca había visto más en su futuro que a ella y ahora ella ya no estaba ahí.

Estaba solo. Él ya no la tocaría jamás, mucho memos la vería. Y ella ya no lo vería morir, él siempre rogó por irse antes.

Lo primero que Louis mira al entrar al hogar de su viejo amigo es esa mismísima imagen de soledad y profunda tristeza. Aquel bebito desesperado e incomprendido y su padre cansado y atormentado con el corazón completamente hecho pedazos. El castaño suspira doloso por su amigo, y sin terminar de saludar a todos los que ya habían llegado camina lento hacia Liam. Curioso, apenas se acerca un poco ve mejor la carita de aquel bebito solo para descubrir que era tan parecido a Liam que aparentaba que el ojimiel cargaba una versión de sí mismo más joven. Ya frente a su amigo Liam no le dice nada, sino que extiende sus brazos como si le entregara a su hijo. Louis encorva las cejas y arruga su expresión tan estoica.

El retrato del joven Ormrod || Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora