Posibilidades

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¿Pero cómo no ibas a serlo? Si es parte de ti derramar plenitud en tus ojeras. Aquellas que has construido con gozos de medianoche y, que con dorada cautela, disfrazas de casualidades.

...

La mañana del domingo es fría, la lluvia nocturna se había tragado los calores y con espléndida furia había teñido el cielo de gris. Al despertar lo primero que Harry ve es a Abeja cruzar la ventana, mansamente acunaba sigilo, era como si la gata supiera que debía ser silenciosa. Que sus compañeros de cuarto seguían persiguiendo sueños en sus almohadas. Harry suspira y deja caer su cabeza en el colchón sin cuidado, pasa sus manos por su rostro y busca a Louis con la mirada.

Ahí estaba, el hombre que con ojos cerrados y cabello despeinado dormía sobre su cama. Era, como de costumbre en Louis, una cualidad de portentosa paz, de silenciosa tranquilidad y de llamativa claridad. Harry lo sabía porque incluso dormido Louis regalaba belleza. Daba algo que, con gestos pintados de generosidad, te llenaban de una plegaria por compartir tan siquiera un espacio, una mirada, y si la vida era generosa, unas palabras.

A Harry se le escapa un suspiro inaudible, lo mira. Observa sin ser correspondido y en sus verdes ojos se filtran la confusión y el callado, pero poderoso, cariño. Su ventana está abierta, las cortinas esconden a dos amantes pero, a su vez, alumbran por sus hilos la imagen de un incendio de pasiones. Fríos eran los colores que tocaban la piel de Louis y cálidas eran las sensaciones que Harry reemplazaba con miradas. Con curioso interés.

Con calmada espera. Con interrumpido sueño y con complicado entender ansiaba.

Ansiaba, imaginaba y cerraba los ojos con analítico afán de intentar averiguar por qué Niall no se veía asustado al haberle confesado saberlo. Internamente se preguntaba si en algún punto el rubio temió de Louis como él había temido de sí mismo. Pero un cuestionamiento se abrazaba con más necedad a su mente, ¿Habría Louis temido de sí? ¿Habría su libertad de aceptarse nacido con tardía esperanza?

Pues para Harry era nuevo aquel fuego que interrumpía su pensamiento para cubrirse con preguntas que alzaban al aire una misma duda, ¿por qué existía la espera de más? Tenía aquellos recuerdos de ayer y no debía ser una sorpresa que se sonrojara al repasarlos. Harry se sentía amado y algo dentro de sí le susurraba que Louis también lo hacía. Y si los ríos se llevaran las verdades entre sus corrientes, se atrevería a gritar al cielo su amor.

Así de delicioso y trágico era amar. Pero Harry deseaba que no hubiera necesidad de tragedias para poder morir agasajados.

....

Louis despierta un rato después, ambos no tardan en levantarse y salir de su cuarto para buscar a Niall y a Liam. Suponiendo que este último ya hubiese regresado, aunque así debería ser, pues mientras más tiempo pasará afuera más grandes eran los riesgos de que lo descubrieran y más complejas y escasas eran las formas de ayudarlo a volver a entrar a Chaltam. Y sí, quizá debieron pensarlo más, pero fue un plan hecho por Niall, Liam y Harry, era sencillo que fuera completamente impaciente e incluso imprudente. Tal vez si la semana anterior hubieran contado con Louis y su ingeniosa cabeza hubieran hecho algo menos impulsivo. Pero, en vista de que ya estaba hecho solo quedaba averiguar como salir de eso.

Ahí estaban Harry y Louis caminando por los pasillos de Chaltam esperando ver a Niall en alguna parte, ya que instantes posteriores no lo habían podido hallar en su habitación. Siendo así su primer misión del día dar con su paradero.

Y en ciertos momentos albergaba el silencio entre ambos, no era molesto, para nada. Era bien sabido para ambos que no tenían problema con completarse de la muda compañía. Pero también era cierto que tanto Louis como Harry disfrutaban más de conversar, de tener algo que decir. Y es que Louis siempre sabía mostrarse pleno en oírle, cada pensamiento o cada idea de Harry eran escuchados por los oídos de Louis y, a su vez, cada respuesta o aportación de la ambiciosa y brillante mente de Louis eran recibidas con gusto por Harry.

El retrato del joven Ormrod || Larry Stylinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora