Aproximadamente las cinco y media de la madrugada, por el pasar de las semanas teniendo clientes fijos el mismo había armado un horario aproximado, sabía a qué hora era más probable que llegara alguien a dejar a sus hijos, por eso mismo fue una sorpresa que la puerta fuera golpeada.
Se levantó del triángulo formado en el suelo con los dos pequeños niños, missa y philza habían llegaron apenas el reloj marco las cinco, dejando a su pequeño hijo; Chayanne.
Los don niños, Ramón y Chayanne vieron a su cuidador ir a la puerta de cristal.
Roier sabia que era alguien nuevo, de otra forma hubieran tocado el timbre en lugar de la puerta, por lo cual iba algo emocionado de tener nuevos clientes.
Atraves de la puerta de cristal pudo ver perfectamente que no era una sola persona, eran varias las que esperaban ser atendidas, eso le pareció curioso y a la vez alarmante, un mal y crudo recuerdo cruzó su mente y de inmediato sacudió su cabeza intentando despejarse.
Paso rápido por mesa de recepción, tomo una libreta llena de nombres, fechas y horas, todo su registro, ese día apenas iba empezando y se encontraba bastante vacío aún, pero al menos ahora iba a llenarlo un poco más.
Con libreta y bolígrafo en mano, abrió la puerta de cristal, encontrándose con varios hombres de pie con un pequeño niño hasta al frente.
-Eh... Buenos días, noches- por un momento no supo ni siquiera su horario -Bienvenidos a la guardería Ruiseñor, me presento, soy Roier, propietario y encargado del lugar-
Todos los hombres le miraban, incluso el pequeño niño, aunque esté último era con más emoción que nada, los adultos por su parte parecían juzgarlo o analizarlo.
-Lamentamos no venir antes a agendar o lo que sea, Pero necesitamos dejar a nuestro hijo-
-No se preocupe señor, No es necesario nada de eso, Solo necesitan dejar a alguien de confianza en su registro para que sea quien pueda venir a recoger al niño, junto con un número de teléfono por si algo sucede-
-Cell, es tu turno-
El rubio de ojos rojos con quien había estado hablando todo el tiempo se hizo a un lado, detras de el se asomó alguien más, un castaño que pudo distinguir rápido como híbrido de gato.
El chico extendió su mano para que le entregará la libreta y lápiz, el hizo caso y rápido se lo extendió y el contrario lo tomo, en un momento ya había acabado de escribir.
El niño de tez morena y cabello esponjoso negro le miraba impaciente, quería que le dijera que ya podía entrar, le molestaba tener que estar de pie esperando a que sus padres acabar papeleo que a él poco o nada le importaba.
El híbrido de gato le entrego la libreta al de araña, con cuidado Roier le hecho un pequeño vistazo a lo anotado, más quw nada para saber el nombre del sujeto.
-Bueno señor cellbit, su hijo estará en buenas manos! No se preocupe por eso-
Roier se hizo a un lado indicando al niño que podía pasar, este emocionado hizo caso.
Ni siquiera se despidió de sus padres, pues todo el camino dentro de la camioneta familiar los adultos se la pasaron dándole reglas para evitar problemas, repitiendo lo mucho que lo querían, que se debía cuidar mucho y evitar problemas, le habían hostigando.
Roier miro al niño pasar corriendo con una sonrisa gentil, cosa que no paso desapercibida por ninguno de los demás adultos.
-Nos retiramos, Muchas gracias joven-
Roier regreso su mirada los adultos y asintió, vio a los adultos dar la vuelta y subir a una camioneta negra bastante grande, no le sorprendió tampoco, eran bastantes personas.
Cuando la camioneta se encendió y avanzo posteriormente, el por fin cerró la puerta de cristal y entro para buscar al pequeño niño.
Cuando camino hacia donde había estado con los otros dos niños, sonrió ampliamente feliz al ver a Ramón cargando una de las espadas de plástico, Chayanne un escudo y espada, junto con el nuevo niño que tenía las mismas cosas que Chayanne.
-Veo que ya se llevan bien-
-Estamos en una pelea, quien pierda tiene que firmar y darle sus tierras al otro rey!- hablo el niño rubio con corona de papel emocionado
-Chayanne dice que es la guerra de las papas- Ramón le miro sin tanta emoción como el rubio, pero con una pequeña sonrisa ladina
-Bueno, les dejo en su guerra de papas, pero primero que se presente el nuevo rey, no?-
Y así, sin darse mucha cuenta, paso una media hora más, se había metido en el juego con los niños, ahora la guerra de las papas era una guerra por el territorio de el rey mayor, Roier.
Hubieran seguido así mucho más tiempo, pero el sonido de el timbre resonó por la guardería, los niños bajaron sus espadas de juguete y le permitieron a Roier ir a recibir a la gente, al final de cuentas serían más soldados para su guerra.
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Mockingbird
FanfictionRoier, El dueño de la mejor y más confiable guardería de la ciudad. Que problemas podrían ocurrir alrededor de niños y un edificio ocupado de guardería? Déjame decirte, Muchos.