Capítulo siete El Ataque

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Atacan el campamento por "todos" los marcados que asistieron. 

Capítulo siete

El Ataque

¡Scorpius se la estaba pasando tan bien! Era su primera experiencia viendo un partido de Quidditch. Inglaterra no sólo había ganado, sino que el partido estuvo reñido y se vio envuelto en emociones más fuertes que las que solía tener en los partidos del colegio. Además, ayudaba muchísimo no tener gente alrededor llamándolo Hijo de Voldemort y susurrando Muerte a los mortífagos o acusándolo de ser uno él mismo. Es decir, sí, hubo adultos que le dedicaron una mirada como si miraban la basura, pero estaba acostumbrado a eso, y estar con Albus y sus otros amigos lo hacían todo más fácil.

¡Merlín! Hasta Vincent no paraba de conversar de otra cosa que no fuera el escenario, el referí, los jugadores, las propagandas en las pantallas.

Scorpius entendía las razones por las que nunca ninguno de ellos pisó un estadio antes, pero no dejaba de molestarle haber estado privado hasta ahora de poder hacerlo. Lo bueno era que la emoción era colectiva, incluso los que fueron alguna vez a un estadio estaban emocionados.

Ahora mismo estaban en la tienda que el abuelo de Al. El señor Weasley hablaba con su hijo Charlie y Bill.

Albus, James, Fred, Sophie, Vincent, Hugo, Lily e incluso Louis aún estaban conversando de las mejores jugadas de la noche. Rose intentó integrarse pero desconocía tantas cosas que al final se apartó con Dominique y Roxanne que las siguió. Merlina, que estaba con él, estaba dormida en un sofá algo raído. Apenas entraron a la carpa, la vio deslizarse y no se volvió a levantar hasta que el señor Weasley les informó a los mellizos y a él que era momento de volver a su tienda. Scorpius se acercó a su hermana y la movió con suavidad, acercándose a su oído para que los demás no escucharan:

—Sé que no estás dormida, Mer. Anda, ya nos vamos.

Era cierto. Scorpius se había dado cuenta, él sabía cuando la chica solo quería mantenerse fuera del círculo social. Se lo concibió porque Merlina no acostumbraba a compartir tanto con otras personas y se portó bien con Lily y Hugo. Como siempre, Merlina hizo un buen acto al aparentar acabar de despertarse.

—Yo los acompañaré —Bill Weasley se puso de pie.

—No hace falta —Vincent se negó, pero Scorpius puso una mano sobre su hombro y vio a Sophie hacer lo mismo del otro lado. Sabía que la razón de negarse era el miedo que sentía aun por los Weasley. Era automático. Vincent se sonrojó—. Lo siento, está bien. Sí, gracias.

—¿Puedo ir, papá?—Louis se mostró interesado en acompañarlos y su padre aceptó.

—Nos vemos mañana, Al —saludó a su amigo y agitó la mano para James y los demás. Pasó su brazo alrededor de Merlina y le dio un suave pellizco, sólo entonces su hermana también se despidió.

Era inevitable ir por el camino y seguir conversando con Vincent sobre el partido mientras detrás escuchaba a Louis y a Sophie conversar. Vincent se quejó que era una lástima que el abuelo de Thomas no le gustara que le enviaran lechuzas.

—Y mi padre no quiere saber nada con tener un felefono.

—Teléfono —le corrigió Scorpius, sonrojándose. Lo habían corregido tanto que ya se acordaba el nombre del aparato. En ese momento, notó a Bill Weasley muy cerca de ellos.

—No serviría de nada. Seguro que alrededor de tu casa hay demasiada magia para que un teléfono funcione. Nosotros lo intentamos. Victorie tiene unos amigos muggles, pero también nos rodea mucha magia.

El Legado de Potter #3: La niña malditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora