Capítulo ocho Rumores

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Siempre hay una primera vez para todo en la vida de los Malfoy, esta vez, fue llegar tarde a la salida del Expreso de Hogwarts. 

Capítulo ocho

Rumores

El profeta: MÚLTIPLES MUERTEs EN AZKABAN

Los diez hombres ex seguidores de Jones/Lewis que fueron apresados por los accidentes después del partido Inglaterra contra Francia fueron encontrados sin vida en sus celdas después de medianoche por el guardia nocturno de la prisión mágica Azkaban.

El Ministerio ya puso a sus mejores aurores a investigar sus muertes.

Ver también: ATACANTES DE MALFOY MANOR SON DECLARADOS INOCENTES.

***

Era la primera vez que los Malfoy Aparecían en King Cross cuando el tren da su alarido de que está próximo a salir. El corazón de Scorpius se sacudió envuelto en diferentes emociones. Por un lado, quería alejarse de Malfoy Manor. Estaba cansado de su abuela con el rostro largo y los improperios de su abuelo contra el Ministerio y todo el mundo mágico. Estos días estar en casa le hicieron sentirse asfixiado. Las peleas entre su abuelo y su padre sólo aumentaron. Para empeorar, el recuerdo de su madre lo empezó a atormentar.

—Scorpius, toma tu carro —le ordenó a su padre—. Mer, ven, toma el tuyo. Cuida a Lucas.

Además, Scorpius debía confesar que extrañaba mucho el colegio, estar todos los días con Al y Rose, jugar al Quidditch, criticar a los profesores. Le sumaba la perspectiva de llevarse mejor con los primos Weasley, y curiosamente, al parecer James este año sí cambiaría su trato con él.

Todo parecía indicar que sería el año que tanto había anhelado tener el año anterior, sin embargo, por otra parte, le causaba mucha angustia partir en estas condiciones, bajo la ausencia de su madre. Su presencia le provocaba un vacío en el medio del alma. Sabía que a Merlina también. Miró a su padre, solo, y los ojos empezaron a llenarse de lágrimas.

—¿Scorpius? ¡Oh, Scorpius! Ven acá —su padre lo apretó fuerte y Scorpius se sintió peor. Se supone que le había prometido a su madre ser quien apoyara a su padre, no al revés.

No podía cortar las lágrimas, ni aunque el tren estuviera lanzando otra advertencia de que se iría. Necesitaba tanto un abrazo de su madre en este momento.

—No quiero dejarte —sollozó.

¡Merlín, su padre se quedaría solo! Su hermana partía a Hogwarts. La casa asfixiaba a su padre. Una pelota muy grande empezó a formarse cuando el tren soltó uno de los últimos alaridos de advertencia.

Mierda. Sintió los dedos de su padre, acariciándole el cabello.

—Estaré bien, Scorp —le susurró—. Vamos, no puedes perder el tren. Albus y tu amiga Rose te deben estar esperando, preocupados ya en algún vagón.

Scorpius se alejó, dejándole lugar a su hermana para que se despidiera y tomó su carro. Ella, con sus trenzas y, extraño a su comportamiento, una tunica azul marino, tal vez en honor a Astoria que siempre buscaba que dejara el color negro, estaba cruzandose de brazos.

Merlina aún estaba enojada porque su padre se había deshecho de sus comehuesos antes de hacerles jurar no mencionar jamás la casualidad de que cuando habían encontrado dos comehuesos a ella también le habían desaparecido dos. Scorpius no era tonto, y si bien los sanadores habían logardo devolverle los huesos a esas personas, después habían sido encontradas muertas. Conociendo a la gente no dudarían en echarle la culpa, y todos estaban de acuerdo en que en eso Marlina ya no tenía nada que ver. Pero ¿eso cuándo le ha importado al mundo mágico?. Él jamás metería en ese tipo de problemas a su hermana.

El Legado de Potter #3: La niña malditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora