Capítulo diez Queridos y odiados Capítulo diez Queridos y odiados

153 13 26
                                    

Resumen del capítulo: Harry encontró la excusa perfecta para poder ver a Draco, aunque no todo salió como esperaba.

James hace algo que conmueve a Scorpius.


Capítulo diez

Queridos y odiados

A Harry no le costó mucho aparecer en los terrenos de Malfoy Manor esa tarde sin su traje de Auror. Se trataba de una visita extraoficial que decidió media hora antes, después de una reunión con Hermione y Ron acerca de lo que estaba pasando con los discursos y actitudes del Ministro. Los tres sospechan que su actitud era similar a la de hace dos años, salvo que esta vez el Ministro podría ser Lewis y no estar bajo un imperius.

Por esa línea de pensamiento, hace media hora llegaron a la decisión de que tal vez fuera buena idea armar una nueva Orden del Fénix. Empezarían llamando a algunos miembros del antiguo ED. Harry, sin embargo, propuso agregar otros miembros, como Malfoy. Ron se mostró sorpresivamente de acuerdo, lo que lo relajó un montón. Hermione, en cambio, le dedicó esa mirada que Harry tanto estaba queriendo escapar, pero finalmente accedió después de un improvisado discurso suyo:

—Hermione, ellos son la principal víctima de Lewis. Ya has visto como mira Goyle, es como si creyera que en cualquier momento me lo llevaré a Azkaban, pero ya ves como cree y confía en Malfoy. Con él de nuestro lado podemos convencer a los demás de que se cuiden y dejen que les ayudemos.

Y eso fue lo que pasó y por eso ahora estaba allí, en la oficina de Malfoy, viéndolo sentado del otro lado del escritorio donde varios pergaminos reposan mezclados.

—Malfoy —saludó incómodo, con el corazón latiendo tal vez un poco más rápido de lo normal.

De acuerdo, la verdad es que la idea de tener a Malfoy era solo una excusa para poder verlo y... poder verlo más seguido. Hermione no necesitaba saber eso.

—Potter —dijo Draco, elevando una ceja mientras lo evaluaba con la mirada y se ponía de pie. Harry supuso que buscaba alguna señal de que estuviera allí por trabajo. Cuando lo vio a cuerpo completo a Harry le dolió. Draco seguía delgado y una sombra oscura reposaba debajo de sus ojos. Respiró hondo, ¿qué había pensado qué encontraría?—. Toma asiento, por favor.

—Gracias, Malfoy.

Harry le hizo caso y tomó asiento, sin embargo Draco rodeó su escritorio y se paró a su lado, ladeando la cabeza.

—No vienes como auror —negó, aunque no haya sido una pregunta—. ¿A qué debo tu visita, Potter? Los niños no llevan ni una semana en el colegio, no creo que vengas por eso, ¿o sí? —Harry volvió a negar—. Bien, ¿me iluminarás, entonces? ¿O debo adivinar?

Draco no se sentó y Harry se rascó la nuca, intentando quitar el maldito hormigueo en su estómago.

—Sí —respondió, de repente preguntando por dónde empezar. Había corrido a Malfoy Manor demasiado feliz porque vería a Draco y no se detuvo nunca a pensar cómo le informaría lo que sospechaba junto a sus amigos—. Creo que eres consciente de los discursos extraños del Ministro —lo miró a los ojos. Aquellos orbes plateados brillaron en la comprensión.

—Sí, lo soy. ¿Eso tiene que ver conmigo? Creí que dijiste que tu visita no tenía nada que ver con algo relacionado a las leyes.

—Y no lo tiene —se apresuró a decir—. En serio. Es que bueno, como sabes, porque Hermione te lo explicó, el tema de la po—Draco estiró su mano y la colocó por encima de sus labios, callando su voz. El corazón de Harry dio un brinco y otra parte privada se removió.

El Legado de Potter #3: La niña malditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora