Nueve

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-Dazai, ¿Qué son? – se escucha adormilada y molesta, muy molesta – son las malditas dos de la madrugada, las personas normales duermen a esta hora para estar listos durante el día de trabajo.

-Lo sé, lo sé, pero es que – me apresuro a explicar – chibi chibi se rompió.

Estoy seguro de que ella escucha el llanto de mi hija, eso parece espabilarla por completo.

-¿Ya revisaste su pañal?

-Por supuesto, no funciono, por cierto.

-¿Comida?

-Tampoco…

-Quizás solo es un berrinche – murmura – no puedo saberlo sin examinarla realmente y tu siendo tan dramático siempre tampoco puedo creerte.

-Me siento muy ofendido – murmuro – le di dos biberones completos y no funciona, solo llora y llora, totalmente rota.

-¿Qué tú qué?

-Que le di biberones…

-Eso lo escuche, idiota – gruñe - ¿Cuántos y de que tamaño?

-Dos, de los grandes – sonrió satisfecho.

-Mierda – murmura – ya sé que tiene… eres tan idiota en esto – suspira - ¿le sacaste el aire?

-¿Ehhh? – jadeo – nope…

-No solo la atiborraste de leche, sino que además no le sacaste es aire – gruñe muy molesta – tu hija tiene cólicos y muy probablemente reflujo, lo cuál no sabré si no la examino, pero te diré algo idiota, le debe doler su pancita.

-No quiero que le duela – gimoteo - ¿Cómo le ayudo?

- Voy para allá, prepárame un café cargado y dormiré ahí – escucho como revolotea en sus cosas antes de colgarme.

Arrullo a Sonoko una y otra vez, pidiéndole perdón por ser tan idiota en esto, odio sentirme inútil, odio que las cosas se me salgan de las manos así que me prometo aprender todo para que Sonoko esté bien, ser el mejor padre; aún mejor de lo que fui como mafioso, aunque es una extraña comparación.

Se me hace eterna la espera de Yosano, Sonoko ha llorado, aunque por momentos hace pausas.<br />
Cuando por fin suena el timbre Atsushi de un salto se levanta y le va a abrir, sus ojos brillan de emoción ante su rostro hinchado porque, si, él también continúo llorando.

-Muy bien – ingresa en pijama con estetoscopio colgando del cuello y su maletín médico - ¿en dónde está la bebé?

-Aquí – me levanto como resorte del sillón, mi pequeña hipea en mis brazos.

-Vamos a tu habitación, ahí la revisaré.

De inmediato camino hacia la habitación, enciendo la luz y la acomodo en la cama.

Observo atento a Yosano examinarla, revisa su estómago, su rostro permanece serio, indescifrable, a diferencia de cuando hace de médico con nosotros en donde el sadismo adorna su sonrisa; saca de su maletín un gotero, le da a Sonoko un par de gotas y le da un masaje ligero en su estómago; mi bebé eructa, poco a poco va quedándose dormida.

Solo entonces me permito suspirar aliviado, me derrumbo deslizándome recargado en la pared hasta el piso, escondo mi rostro.

-Lloraba tanto y no sabía que hacer – murmuro – luego tu lo dijiste, que dolía… - mi voz se quiebra un poco, logro recuperarme rápidamente – solo quiero hacer lo mejor para ella.

Escucho los pasos de Yosano acercarse a mí, coloca una mano sobre mi cabeza.

-Todos cometemos errores – su voz suena mucho más suave – y dudo mucho que antes de ella te interesara saber sobre bebés, dios ni siquiera pensabas en tener descendencia.

Llanto de sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora