DOCE

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El frío me invade

Quiero regresar

Ya no quiero llorar

El mar no me deja descansar

Me arrastra cada vez más

Su oscuridad no tiene final

Creando un llanto en soledad

Llanto de sirena, Yarumi Eire

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-Entonces eres descendiente directa de unas sirenas originales.

-Lo soy – deja la perla en la mesita de centro – somos de la realeza, pero Chuuya es más especial él es el envase de la divinidad.

-Tú debes de ser poderosa, entonces

-Lo sé, te preguntas, ¿por qué no ayude a Chuuya?, soy poderosa, pero tengo limites – suspira – no envejezco, otras sirenas sí, si alguien se alimenta de mi ganará inmortalidad, tengo algunos poderes, aunque no sé comparan con los de Chuuya, pero, sí su divinidad es desatada él no sobrevivirá. Eso es lo que lo mató hace siglos

Abro los ojos, sorprendido, creo comprender un poco de lo que dice, sin embargo, no estoy seguro.

-Un momento, haz dicho siglos – alzó una mano para callarla.

-Lo dije - cierra los ojos soltando un suspiro – Chuuya no le explicaste nada – murmura para sí misma – conocí al antiguo Chuuya, bueno en ese entonces no era Chuuya – abre sus ojos y sonríe – era otro tritón o mejor dicho sirena, el dios Arahabaki, no lo sabíamos un día simplemente apareció en nuestros mares, no era una sirena ni tritón, era un jodido dios, uno disfrazado de sirena nos trajo protección, bendiciones; Arahabaki se escondía de los otros dioses, los que lo degradaron a ser un dios menor, después de haber sido todo grandeza, Susanoo estaba tras él o ella, los dioses no tienen genero definido, la quería como amante, Arahabaki se negaba a ser solo un accesorio y escapo, su poder destructivo es demasiado.

-No he escuchado nunca esa leyenda.

-Por supuesto que no, eso no lo saben los humanos – toma a Sonoko de mis brazos, meciéndola con suavidad – Arahabaki se enamoró de un humano, que tampoco era humano, su amor fue especial, estaban por casarse cuando Susanoo le encontró, el poder de Arahabaki fue desatado, lo que provocó demasiada destrucción, intentamos ayudar a los humanos, los otros dioses descendieron. Nada funcionaba, Arahabaki lo destruía todo y estaba muriendo, el humano del que se enamoro decidido a intentar salvarle mostro su verdadera forma, el dios Tsukuyomi, le abrazó y todo se detuvo, aunque ya era tarde, el cuerpo de Arahabaki cayó muerto en sus brazos, con su último aliento prometió buscarlo de nuevo en su próxima vida

-Eso significa que Chuuya está buscando a su pareja – observo a mi hija que duerme plácidamente, me duele el pecho, estoy seguro de que es por el amor que nunca fue mío.

-Chuuya no, es Arahabaki – frunce el ceño, aunque su mirada se suaviza al verme a los ojos, ella lo sabe, me duele en el alma – ahora permíteme continuar. Tsukuyomi lucho con Susanoo, lo exilio de nuevo al cielo junto a los demás, restauro el territorio humano y los protegió dando su vida, yendo tras su amor. Pasaron siglos de esto, los humanos olvidaron por completo aquel suceso terrible, nuestra población no, es lógico, vivimos demasiado; cuando Chuuya nació lo supe, Arahabaki regresó, quise proteger a Chuuya del cruel destino del amor y de la ambición, la sirena creadora de tsunamis y terremotos había regresado, la sirena original como algunos le nombraban, vine a tierra los primeros años de Chuuya, es solo que todo se vino abajo cuando me enamoré de un humano, nunca amé al padre de Chuuya por eso no tuvimos más hijos. No regresé a tierra en décadas después de que el padre de Chuuya asesinará a ese hombre al que amé, mi pequeño era un niño así que tampoco pudo regresar

Llanto de sirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora