|Capítulo 3|¿Genio? Y Perdidos Pt 2

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—Petra es una tonta, sólo quiere llamar la atención de Levi, no puedo creer que ¡no me haya ayudado! — dijo Isabel en el recreo. Estábamos sentados sobre el césped de la Academia Lycée Michelet, era un lugar grande que antiguamente fue utilizado como centro de fiestas y reuniones importantes dentro de la alta sociedad. Con los años se le perdió el uso y alguien lo compró para poner una escuela exclusiva para los niños de los grandes empresarios de Francia.

Que a Petra Ral le gustaba Levi no era un secreto, desde que entró a esta escuela, siempre le seguía.

— Y lo está logrando de la forma en que lo llama en medio de un examen — dijo Farlan. Todos reímos, pero no nos dimos cuenta de que Petra pasaba por nuestro lado y nos había escuchado. Corrió tan rápido que en menos de unos segundos ya estaba fuera del alcance de nuestra vista.

— Nos metimos en serios problemas —dije.

— ¿Por qué? Se lo tenía merecido — me dijo Isabel. Yo negué con la cabeza, ellos no comprendían. Petra iría donde la maestra y le contaría lo que escuchó, se haría la víctima y nos castigarían. No quiero eso, mis padres serían capaces de sacarme de mis entrenamientos.

— Me iré a disculpar antes de que esto empeore — les dije, poniéndome de pie.

Ellos se quedaron con la boca abierta e intentaron persuadirme aún sin entender por qué lo hacía. Fui por el mismo camino de Petra y la busqué. No estaba en los baños, ni en los pasillos, ni en la banca en la que siempre se sentaba con sus amigas, ni en ningún lado.

— ¿A quién buscas, Einstein? — me preguntó Erwin, uno de los conocidos de Petra. Era un chico alto para su edad, de cabello rubio y de rostro amable. El problema estaba que pertenece al lado de Petra.

— Gracias por el alago, busco a Petra — le contesté, me guardé "la tonta de tu amiga" para evitar posibles daños, él también podía acusarme a la maestra.

— Yo iría por el bosque de pinos, iba muy triste hacía allá de la mano de Levi —  apuntó hacía el patio y desde aquí pude ver la copa de los pinos que se extendían hacia los límites de la Academia.

Me dirigí hacia allá, algo se tramaban, pero no contaban con que yo era más astuta.

Las ramas me golpeaban en la cara y mi falda se enredaba en los arbustos, tenía el cabello revuelto por el ajetreo de caminar sobre una superficie con piedras y hierbas y pinos que se alzaban sobre mi cabeza.

Dónde estarían, llevaba dando vueltas más de cinco minutos.
Escuché a lo lejos la campana que ponía término al recreo, no los había encontrado así que me rendí. Sólo había un inconveniente, no sabía a donde ir.

Ni siquiera podía distinguir las huellas que dejé de las hojas secas que había en el suelo.

Intentaba idear un plan para ubicarme y poder regresar al colegio, pero estaba muy estresada y desesperada como para pensar en algo, mis ojos se empezaron a empañar.

Me senté al lado de un árbol y aferré mis rodillas contra mi pecho. Mi padre me había contado algunas historias de niños que se perdían y que no aparecían nunca más, era para infundirme miedo y no salir de casa yo sola, ya que una vez me escapé para ir al cine a ver una película. Mi madre me decían que no era seguro que ni yo ni mis hermanas camináramos solas por el parque o que fuéramos a cualquier lado sin supervisión, ya que nos podían secuestrar para pedir una recompensa.

Yo estaba perdida en medio de un bosque que no debería estar dentro de los límites de una escuela, sola, llorando y seguro con un castigo en cuanto saliera de esta. Si es que lograba salir.

— Winter, ¿eres tú? — me limpié las lágrimas en cuanto escuché mi nombre y me puse de pie en un parpadeo. Frente a mí estaba Levi, con el cabello desordenado y con la chaqueta del uniforme destrozada.

En una situación normal lo hubiese ignorado, pero el susto que me llevé al creer que me quedaría sola para siempre en medio del bosque hizo que me lanzara a sus brazos y que no soltara hasta que nos tambaleamos y nos caímos.

— ¿Qué haces aquí? — me preguntó. Me limpié la nariz y me aparté de él, era la primera vez que lo veía tan preocupado y que me dirigía más de dos palabras juntas.

— Buscaba a Petra.

— ¿Para qué?

— Farlan, Isabel y yo le dijimos tonta, me quería disculpar para que no nos acusara, pero los planes no salieron como esperaba — él se levantó y me tendió una mano.

— Tsk, seguro Isabel empezó y ustedes le siguieron el juego.

-¿Y tú qué haces aquí? — fue mi turno de interrogarlo y no meter en problemas a Isabel, si, ella empezó. Emprendimos marcha lentamente, yo sólo seguí a Levi, esperaba que no estuviera tan perdido como yo.

— Venía con Petra, pero era una broma — nos detuvimos y lo miré — Estaba con tres chicos más grandes, Reiner y otros dos más, me golpearon para que le hiciera la tarea a Petra  — sabía a quién eran los otros dos, los horrorosos Berthol y Porco, los matones oficiales de la escuela. Eran corpulentos y tan estúpidos como Petra.

Seguro ella hizo un especie de trato con ellos pera obligar a Levi hacerle la tarea. Teníamos que ser cuidadosos si hacíamos un trato con ellos.

— ¿Y qué les dijiste? — su historia era mucho más interesante que la mía, y a pesar del odio que le tenía, cierta parte de mí tenía pena.

— Que no, por eso estoy así — se señaló así mismo y me fijé que tenía un moretón en la mandíbula.

— Espero hayan quedado peor, así que los dos nos perdimos por culpa de ella. No me molestaría que dejarás de darle las respuestas en las clases de literatura, después de lo que te hizo.

— Mira quién lo dice — me dijo con tono de burla. Ya volvía a ser el niño antipático de siempre.

— En mi defensa...-no tenía ganas de pelear. Guardé silencio, esperando a que Levi olvidara lo que yo había dicho—  ¿Sabes por dónde vamos? —cambié de tema.

— Sí, sólo sígueme — para mí eso era suficiente. Levi no podía hacerme nada, de lo contrario despedirían a su madre, así que en cierta manera estaba segura a su lado.

Caminamos un rato más y noté como la espesura de los arbustos se despejaba, alcanzaba a ver las torres del castillo y la campana en la ventana más alta.

Nuestra siguiente clase era matemáticas, cuando entramos a la sala despeinados, sucios y con la ropa rasgada, la maestra casi se desmayó. Nos envió a la dirección y tuvimos que explicarle lo sucedido al director. Dijimos la verdad.

Desde ese día los estúpidos de los bravucones odiaron a Levi toda vía más, así que no se quedaron con los brazos cruzados.

Al otro día, descubrieron que Levi era hijo de mi niñera y mi duda fue resuelta. Se burlaron de él frente a toda la escuela, no descansaron ni un día, le hicieron la vida imposible.

Hasta que una mañana Levi no se subió en el mismo auto que nosotras para ir a la escuela, sino que se fue en direccion contraria. Esa tarde, cuando le pregunté a Kuchel el por qué Levi no fue a la escuela, me dijo que él le había rogado para que lo cambiará a una escuela pública. Y ahí fue cuando comenzó mi eterna enemistad contra esos bravucones y mi odio por Petra creció más.

Cold As Ice - Levi Ackerman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora