| Capítulo 8 | Accidente Pt. 2

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—Es un idiota —murmuré. Farlan no me oyó, pero no era necesario que lo hiciera para saber lo que pensaba.
Dejamos a Levi en paz lo que quedó del día.

Nunca hicimos nuestro proyecto de ciencias y al final lo hice yo con ayuda de Erwin, total era el mismo proyecto.

Pasaron los días y Levi se ponía más paranoico a medida que pasaba el tiempo. Por las tardes mi padre le enseñaba a conducir por el jardín con su auto, arrolló la bicicleta de Historia y chocó con uno de los álamos que había en la entrada de la casa. Era pésimo.

Un fin de semana vinieron Mikasa, Isabel y Hange, una prima lejana que apenas se mudó, estaban aquí para almorzar juntas. Comimos ensaladas con condimentos orientales, que según mi madre, eran buenos para la circulación de la sangre. A papá le aceleró la circulación de los intestinos.

Había venido el tío Marcus, el padre de Hange, y como siempre, no perdió la oportunidad para molestarme.

—Winter, ¿dónde está tu novio, Levi? —me preguntó mientras tomaba un poco de jugo. Yo maldije por lo bajo y conté hasta diez para no responderle de manera sarcástica, no podía perder los estribos con mi propio tío.

—Él no es mi novio, y está en su habitación estudiando.

—Pero si no es tu novio, ¿por qué sabes dónde está y qué está haciendo? —me regañé mentalmente por haberle dado tanta información.

—Papá, viven juntos desde hace años, son como hermanos —dijo Hange. La miré agradecida, ella sonrió y me guiñó el ojo, ay no.

Levi no había querido bajar a comer, excusándose con que tenía trabajos atrasados. Frieda estaba en las mismas condiciones, aunque yo sabía que Levi podía terminar sus trabajos en unas cuantas horas y que en realidad no se quería encontrar con el tío Marcus. Lo comprendía a la perfección.

Sin embargo, a eso de las seis de la tarde bajó. Era verano y el sol todavía no se ponía, corría una cálida brisa y era el ambiente perfecto para tomarse unos refrescos. Nos encontrábamos en la terraza, sentados alrededor de la mesa conversando de cosas sin sentido, como nuestra niñez y lo rápido que pasaban los años.

Ver a Levi saliendo por la puerta de cristal, tan desarreglado e informal me hizo sonreír en acto reflejo, cosa que tío Marcus notó.

—Hey, chico. Es cosa de que apareces y a esta tortolita se le alegra el día —todos rieron, incluido Levi.

Sentí como la sangre me subía a las mejillas y unas ganas psicópatas de matar a mi tío se esparcieron por mi mente. Mas me controlé y bebí de mi refresco para pasar inadvertido el color de mis mejillas.

—Es que vine para mis clases de manejo que me da el señor Reiss —dijo Levi.

Se veía más calmado que las veces anteriores estaba aparentando, cualquier signo de debilidad ante el tío Marcus era tu sentencia de muerte, donde se mordía las uñas antes de subirse al auto y echarlo a andar.

—¿En serio? Eso es estupendo, yo te puedo dar las clases esta tarde, seguro aprenderás en cinco minutos —señaló mi tío.

Levi negó con la cabeza, pero antes de que pudiera decir algo, el tío Marcus se levantó y le pasó un brazo por los hombros para llevárselo al garaje, donde estaba el auto viejo de mi padre con el que practicaban.

Tuve un mal presentimiento, pero no dije nada. De todas formas no serviría mi opinión.

Mi padre fue con ellos y nos quedamos sólo las mujeres conversando. Kuchel había salido esa tarde con unas amigas, era su día libre y Historia jugaba unos metros más allá con Olaf, su gato blanco y rechoncho.

Cold As Ice - Levi Ackerman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora