10 | LAS CHICAS DEL ATAÚD

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—Durante siglos, la gente ha venido a Nueva Orleans buscando un nuevo comienzo, esperando encontrar aventura, fortuna, e incluso amor. Incluso a esas jovencitas de la elite francesa, que les habían prometido matrimonio con distinguidos hombres de Nueva Orleans. Las chicas del ataúd. —Rebekah hizo una pausa para mirar un vestido que la había llamado la atención, y segundos después, lo dejó caer.—Lo que no sabían, era que aquellos hombres no eran ni distinguidos, ni tenían nada de caballerosos.

—Y apareciste tú, salvándolas.—Concluí yo. Rebekah asintió con una sonrisa mientras cogía otro vestido.

—La leyenda todavía sigue, aunque ahora se celebra a lo Nueva Orleans. Es un recordatorio de como las mujeres se ven reprimidas por hombres egoístas, y de cómo pueden triunfar si luchan por sí mismas.

Sonreí ante la historia. Nosotros los cazadores, también teníamos una historia, la cual involucraba a la primera cazadora, la cual fue mujer.

Elevé la mirada, y me encontré mirando a Klaus, que estaba apoyado en la barandilla, junto a Marcel y Elijah, hablando del porqué de Davina se habría escapado.

Rebekah sacó un vestido blanco donde se veía a leguas que era tamaño mini, y lo puso delante de mi, frunció el ceño, y lo tiró al suelo. Me estaba empezando a arrepentir de haberle dicho que podía buscarme un vestido.

Sonreí observándola, Klaus les había dejado volver a ella y a Elijah a noche. Cuando yo había descubierto el dibujo.

—Así que Davina se ha ido.—Dijo una voz a nuestras espaldas, me di la vuelta, y vi  Hayley caminar hacia nosotras con un vestido blanco entre sus manos.

—Eso parece.—Dije yo.

—¿Sabes algo?—Dijo Rebekah. Hayley dejó el vestido en el suelo, y se acercó a nosotras

—No..., pero le dije que la bruja había muerto.

—Que genia estás hecha, Hayley.-Murmuré mientras miraba dentro del baúl para buscar algún vestido.

—¿Se molestó?

—Creo que lo que más le dolió fue que Marcel se lo ocultara.

—Marcel solo la está utilizando para tenernos a todos bajo control.—Dije yo mientras cogía un vestido, y lo alzaba. Me encogí de hombros, y lo aparté en el rincón de futuros vestidos que podría utilizar.—Así que ha huido por tu culpa.

—Controlada, engañada, y amenazada por varias personas. Como una chica del ataúd moderna.—Murmuró Rebekah. —Es normal que la chica haya huido.—La rubia nos miró a las dos con una sonrisa.—Las chicas tenemos que estar unidas, ¿no?

⚜️⚜️⚜️

La noche cayó, y con ella la fiesta de las chicas del ataúd empezó. Era una tontería, pero me había puesto un vestido blanco, que escondía varias armas sujetadas en la cara externa de mi muslo con una cinta. Nunca se sabía cuando iba a necesitar un arma.

Me puse unos zapatos planos y cómodos, y me senté en la cama. Íbamos a buscar a Davina, según lo que me había dicho Rebekah, pero ¿De verdad valía la pena? La chica había estado encerrada y utilizada por Marcel, es normal que quisiese irse. Suspire, y la puerta se abrió. De ella apareció Klaus.

—Nos vamos ya.—Asentí y me puse de pie, colocándome la pulsera látigo.—Me recuerdas a una chica del ataúd, amor.

No sabía cómo tomar ese comentario, así que pasé de largo, y caminé por el pasillo.

—Eres una pequeña guerrera que lucha para vivir, sin importar que. Algo que admiro.

Seguí caminando con Klaus a mi lado. Intentando que no se notase que sus palabras me habían gustado, pero seguramente no había funcionado porque él sonrió después de varios segundos en silencio.

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