—Los italianos las llaman strega, en áfrica occidental los yoruma las llaman aje, que significa madre. En la tierra de mi madre, las llamaban hexa, y aquí, las llamamos brujas. A lo largos de los siglos los vampiros han luchado con ellas y contra ellas, han compartido lecho y las han quemado, adversarias o aliadas siempre han sido dignas de respeto. Su magia ancestral ancla a esta ciudad, nunca había habido una bruja todo poderosa...hasta Davina.Elijah terminó de hablar, y observó los dibujos que conformaban un gran dibujo de Cèleste Dubois. Miré a Hayley, recordando lo que me había dicho a noche.
—Que ahora está sana y salvo bajo mi protección.—Dijo Klaus entrando. Éste se acercó a la mesa donde estaban los dibujos de Cèleste, y los contempló varios segundos para mirar a Elijah con una sonrisa. —Tu Cèleste era una preciosidad, y un presagio del mal según nuestra querida Davina.
—Sí..., quizá solo esté confundiendo el mal con poder.
—¿Acaso el mal y el poder no están estrechamente ligados?—Inquirí yo, haciendo que los hermanos Mikaelson me mirasen.—Digo, por lo que he visto, da igual que seas buena, el poder siempre te acabará cambiando, y siempre lleva al mal, a pesar de todo. Si no, fíjate en Marcel, ha tenido el poder durante los últimos siglos, y gracias a Davina ha tenido aún más, haciendo que se volviese malo, en parte, claro.
Miré a ambos hermanos, y me encogí de hombros. —Según Elijah, Cèleste era muy poderosa en su día, así que, quizá Davina simplemente sienta que su poder nos pondrá en peligro, a pesar de que lleve muerta más de 100 años.
Elijah se sentó en el sofá donde estaba yo, casi en la orilla.
—Por eso no tienen sentido los bocetos, no lo entiendo...—Murmuró Elijah.
—A las brujas no hay quien las entienda, hermano.—Dijo Klaus sentándose.
Suspiré echándome hacia atrás, apoyando la espalda en el respaldo del sofá, y crucé las piernas. Todos estábamos en silencio, hasta que un ruido de algo rompiéndose en una habitación–seguramente la de Davina–, nos hizo salir del silencio.
—Si querías ganarte su confianza, matar al chico que quería no fue un buen plan, Klaus.—Dijo Elijah, y yo asentí dándole la razón.
—Bueno, ya que Allison está tan enterada en eso de perder al chico que ama, podría hablar con ella.
La sala se quedó en silencio otra vez. La tensión que había creado Klaus con su comentario se podía palpar. Me quedé callada, sin saber que decir. ¿De verdad acababa de decir eso? Pensé. Sentí una opresión en el pecho y desvié la mirada.
—Niklaus...—Empezó a decir su hermano, pero otro ruido, y más fuerte que el anterior le hizo callar. Klaus bufó enfadado, y salió de la habitación, dirigiéndose a la habitación de la bruja.
Podía sentir la mirada de Elijah y Hayley sobre mí, esperando alguna mala reacción procedente de mí, pero simplemente seguí mirando a un punto ciego.
—¿Elijah?—Dijo Hayley.—Tengo que decirte una cosa...
Pero antes de que pudiese continuar, otro ruido se oyó, y de repente toda la casa estaba temblando. Me levanté rápidamente, y los tres nos miramos, mientras salíamos de la habitación para ver como la parte de abajo, donde había varios vampiros sentados también estaba temblando, y seguramente toda la ciudad.
—¿¡Qué narices está pasando!?-Gritó Rebekah desde abajo.
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Cuando el temblor paró, significó que por fin Davina estaba tranquila, así que Rebekah subió a verla, mientras yo me quedaba junto a Hayley fuera de la habitación donde estaban hablando los hermanos Mikaelson y Marcel.
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THRONE ⟡ THE ORIGINALS
Hayran KurguCon una hija en camino, la ciudad de Nueva Orleans odiandolo, y con Allison Argent como recordatorio constante de que nunca conseguiría lo que anhelaba, Niklaus Mikaelson no estaba preparado para lo que el destino le tenía preparado, pero algo tenía...