one shots! jp's morat

2. frío y nieve (jpv)

título: frío y nieve

advertencias: corto y cursi

resumen: Villa y tú disfrutáis de los privilegios de vivir juntos

word count: 991

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Estabas completamente dormida.

Eran las 9 de la mañana y no tenías razón alguna por la cual levantarte de la cama temprano, mucho menos cuando hacía tanto frío fuera de tus mullidas sábanas.

De todos modos te removiste incómoda al notar el lado derecho del colchón vacío.

Frunciste el ceño con ojos somnolientos y alzaste la cabeza de la almohada.
¿Dónde estaba Villa?

Tu novio nunca había sido de esas personas madrugadoras, y te extrañaba no tenerlo acostado junto a tí en una fría mañana de invierno.

Bostezaste rindiéndote ante las ganas de dormir.

Oíste poco después cómo la puerta principal se abría y tus ojos de nuevo se sintieron más pesados, el cansancio apoderándose completamente de tí.

Notaste el colchón hundirse ligeramente y los brazos de tu novio te rodearon con delicadeza.

—Despierta, amor —susurró cerca de tu oído.

Parpadeaste y sonreíste inconscientemente al escuchar la dulce voz de Villa.

—¿Dónde estabas? —preguntaste dándote la vuelta para quedar cara a cara con el chico.

Él sonrió ante tu expresión confundida.

—Fui a por café, está en la cocina —contestó repartiendo suaves besos por tu cara.

Su barba, labios y nariz consiguieron darte escalofríos debido al contraste de temperatura.

—Estás frío —te quejaste en una risa, protegiéndote con tus brazos de sus congelados besos.

—Ey eso no es justo, déjame besarte, necesito entrar en calor —rió retirando las sábanas de tu cuerpo.

Sus frías manos se colaron debajo de tú camiseta y soltaste un grito cuando hicieron contacto con tu cintura.
Su cabeza se enterró en tu cuello y soltó un suspiro de felicidad.

—Mucho mejor —murmuró cerrando los párpados.

Contuviste la respiración durante unos segundos hasta acostumbrarte a su temperatura y abrazaste su espalda, no sin antes darle un pequeño golpe como venganza.

Después de unos relajantes minutos, las manos de Villa abandonaron tu piel para poder apoyarse en la cama y mirarte con adoración plasmada en sus verdes ojos.

—Sé que no dejo de decirlo, pero me encanta que vivamos juntos —comentó sin dejar de sonreír.

—A mí también —reiste posando tus manos en sus mejillas.

Tan sólo habían pasado 3 semanas desde qué os mudasteis juntos y habíais pasado la mayor parte del tiempo en aquella bella casa, a la que ahora ambos llamabais hogar.

Nunca habías sido tan feliz.

Sus labios se posaron en los tuyos con ligereza, intentando enmarcar aquel momento cómo si de una foto se tratase.

Su boca se movió despacio, saboreando la tuya con rigor y dulzura.
Le agarraste del cuello para profundizar más la acción y sonreíste ante el placentero sonido que se escapó de su boca.