3. La uruguaya más mexicana.

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—Ya no quiero hacer esto.

Dije negando con la cabeza mientras mi padre me perseguía por toda la cocina.

—¿Dejarás que esto te afecte? Es solo un chico, no sabe lo que hace, si te conociera estoy seguro de que te amaría.

—¿Cómo podría no afectarme? Papá, ese "chico", como tú lo llamas, me odia.

—No te odia.

Dijo y yo bufé.

—Solamente me dijo que me alejara lo más que pudiera de él, pero no me odia, claro.

—¿Desde cuándo eso te importa?

—No es que me importe pero, ¿enserio crees que me sentiré cómoda si continúo yendo a sus entrenamientos?

—¿Qué tal si le digo que se disculpe contigo? ¿Eso te haría cambiar de opinión?

—No quiero sus disculpas, se que no serían sinceras.

—Entonces de verdad no sé que es lo que quieres, en todos lados siempre va a haber alguien que no te quiera, alguien a quien no le caigas bien o te trate como peste, pero depende de ti que tanto te afecte. ¿Crees que toda la vida han sido amables conmigo? ¡Claro que no! Si estoy en este puesto, es porque he sabido llevar todas esas malas actitudes que muchas personas han tenido conmigo a lo largo de mi carrera.

Dijo él sentándose en el sofá, mientras yo me sentaba a su lado.

—No es el único chico en el mundo, ¿no?

—Claro que no, hay muchos más jugadores en el equipo y te aseguro que a todos les has caído muy bien, ellos mismos me lo han dicho, sobre todo a Sebastian.

—Está bien, acepto ir contigo.

Dije y él me sonrió.

—Entonces vamonos.

Tomó las llaves del auto y salimos.

Anoche, después de lo ocurrido con Diego no quise seguir en la reunión de los chicos, así que llegamos temprano a casa.

Y hoy me había despertado con la idea de que no volvería a ir a un entrenamiento de ellos, pero papá sabía como convencerme.

En cierta parte tenía razón, no era la primera persona que no me quería, ni tampoco sería la última.

Además, ¿en qué me afectaba a mí que un idiota me quisiera o no?

Llegamos al campo y se repitió el proceso, papá y los chicos estuvieron a tope revisando y ejecutando jugadas, probando a los chicos en sus posiciones y repasando un poco quienes serían los titulares ahora que la liga no tardaba en iniciar.

—Tenemos que revisar un último punto antes de comenzar a nombrar titulares, el día ayer me enviaron la lista de convocados para la selección, necesitan que estén allá lo más pronto posible para comenzar entrenamientos y amistosos.

Dijo mi padre tomando una lista del cerro de papeles que tenía en las manos, mientras negaba con la cabeza.

—Muy bien chicos, los convocados son...

Pude notar como fruncía el ceño.

—Bueno, es realmente corta. Nuestro seleccionado eres tú, Diego.

—¿Qué?

Dijimos todos al mismo tiempo.

—¿Y quién más?

Preguntó Sebastian.

Mi padre se rascó la nuca.

—Solo él.

Resilience. ||Diego Lainez||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora