—Yo creo que se te ve lindo.
Le dije sinceramente mientras ella hacía una mueca frente al espejo.
Ya era de noche, todo había salido de acuerdo a lo planeado, se puso feliz, me dió pastel y ahora quería salir de fiesta.
¿Que podía ser mejor?
El único problema era que llevaba 40 minutos escogiendo que ponerse.
—Creo que me voy a quedar con este.
Levanté el pulgar en forma de aprobación y caminó hacia su tocador.
Ahora tenía que esperar a que se maquillara.
¿Por qué a mí, Dios?
Arreglarme me había tomado 10 minutos, y estaba exagerando.
Agradecía que Edson hubiera puesto ropa decente en mi maleta, estaba usando una playera con cuello, unos jeans y mis sneakers de la suerte.
—¿Con gorra o no?
Pregunté mientras Dianee se ponía unas zapatillas.
—No, creo que tu cabello se ve lindo.
Dijo y yo sonreí mientras volteaba a otro lado, tratando de disimular que me había sentido apenado con su comentario.
—Lista.
Dijo y volteé a verla.
Solo había una palabra para describir como se veía: Wow.
—Te ves muy bien.
Dije mientras caminaba hacia la puerta y la abría para que pasara, ella me sonrió en agradecimiento y bajamos las escaleras hacia el primer piso, donde su madre nos estaría esperando para tomarnos ochenta mil fotos antes de salir.
—Qué lindos se ven.
Apretó mis mejillas y yo reí.
Su madre era como un osito cariñosito, siempre estaba de buen humor y era muy amorosa.
Nos subimos al auto y encendió la radio, una canción de Rihanna comenzó a sonar, una que estaba muy de moda en tik tok.
¿Qué? Me gustaba mantenerme actualizado con los jóvenes.
Llegamos rápido al lugar que ella me había indicado, era un antro bastante grande, había gente entrando y saliendo.
—Ven.
Dijo tomando mi mano mientras me guiaba hacia la entrada.
Yo pasé saliva, para ella no era nada pero mi estómago estaba sufriendo justo ahora.
¿Qué me estaba pasando con esta chica?
—Buenas noches.
Dijo poniéndose de pie frente al guardia, quien al verla cambió de inmediato la expresión en su cara a una sonrisa.
—Señorita Siboldi, que gusto verla.
Y nos dejó pasar.
—Qué envidia, yo también quiero un papi famoso.
Dije riendo y ella me golpeó en el brazo.
Saludó a todas las personas que pudo, conocía a todo el mundo, incluso saludó al bar man cual amigos de toda la vida.
—Eres muy conocida.
—Antes salía mucho de fiesta, pero esos días ya terminaron para mí, mi cuerpo no es el mismo de antes.
Dijo riendo.
Pedimos un par de bebidas y nos sentamos, la música estaba muy alta así que apenas podía esucharla, lo cual nos llevó a una Dianee hablándome en el oído.
ESTÁS LEYENDO
Resilience. ||Diego Lainez||
Ficção AdolescenteDel odio al amor solo hay un paso... ¿o un campo?