—Lo siento mucho, solo hago lo que sé que es mejor para ti.
Dijo papá mientras me abrazaba.
Estábamos en el aeropuerto, en unos minutos salía de regreso a Uruguay y estaba destrozada.
Había tenido que renunciar a mi trabajo como entrenadora auxiliar en el club y eso era lo que más me dolía, no entendía porque tenía que irme ahora si las cosas con Sebastian ya habían terminado.
Sin embargo tenía que hacer lo que decía mi padre.
—Te voy a extrañar.
Le di un último abrazo con lágrimas en los ojos y comencé a caminar.
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—¿Cómo te sientes?
Preguntó mamá entrando a mi habitación.
—Bien.
Dije desde la cama.
Había estado todo el fin de semana en cama, casi no había comido y no había salido a ningún lugar.
Lo de Sebastian me había afectado, pero que fuera precisamente Bianca quien me hiciera algo así, me estaba matando por dentro.
Habíamos sido amigas desde primaria, cursamos la escuela juntas hasta la universidad donde nuestros caminos se separaron academicamente, pero nuestros corazones jamás.
Cada fin de semana nos tomábamos el tiempo para salir, para vernos y contarnos todo lo que nos había pasado en esos últimos días.
Pero ahora ya no la tenía y sentía que mi corazón nunca se iba a recuperar.
—Todo va a estar bien, eres la chica más fuerte que conozco, vas a salir de esto.
Besó mi frente y yo asentí, le pedí que me diera un momento y salió de la habitación.
Tomé mi celular y busqué el número de Diego, necesitaba hablar con alguien y aunque sabía que yo no era su persona favorita, no había nadie más en el mundo con quien quisiera hablar.
Me quedé unos segundos meditando si era buena idea o no, ¿y si no contestaba?
No lo sabría hasta que lo intentera.
Toqué la pantalla y llevé el celular a mi oreja, sonó únicamente dos veces y escuché su voz.
—¿Hola?
—Hola, Diego.
—Dianee, es realmente una sorpresa, ¿Cómo estás?
Preguntó él.
Estaba a punto de contestar cuando habló de nuevo.
—Dame cinco segundos, déjame buscar un lugar más tranquilo.
Y comencé a escuchar sus pasos.
—Lo siento, vine con Mauro al hipódromo y aquí siempre hay mucho ruido.
Ya solo se oía su voz y un ligero eco.
—¿Quién es Mauro?
Pregunté y él rió.
—Lo siento, obviamente no lo conoces. Es mi hermano.
—No sabía que Diego Lainez tenía un hermanito.
—De hecho es mayor que yo, pero creo que hay muchas cosas que no sabemos el uno del otro.
Dijo y yo asentí aunque no pudiera verme.
—De hecho de eso me gustaría platicar contigo, pero cuando tengas tiempo, no quiero interrumpir tu tarde con tu hermano.
—No te preocupes, no interrumpes nada.
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Resilience. ||Diego Lainez||
Teen FictionDel odio al amor solo hay un paso... ¿o un campo?