Revista.

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Aquella mañana era bastante fría y ventosa, los árboles se despojaban de sus últimas hojas marcando el final del otoño para darle paso al despiadado invierno.

Los alumnos situados a las puertas del gran edificio entraban rápidamente para resguardarse del frío. La universidad tenía una cómoda calefacción que calmaba un poco a los friolentos jóvenes, y ésta sería la única razón por la cual muchos de estos habían llegado por primera ves a tiempo a sus clases en todo el año.

Excepto por una, alguien que sólo se recostaba contra la pared a un lado de la caja que contenía el extintor, o almenos eso debía contener, pero una institución como esta no puede darse el lujo de pagar calefacción y artículos contra incendios al mismo tiempo.

La chica era alta, bastante alta, su cabello negro estaba revuelto; como si un gato, un mapache y tres urones hubieran hecho su nido en paja húmeda y esta chica lo estuviera usándo de peluca. Vestía una chaqueta de cuero, una camiseta blanca, pantalones también del mismo material que su chaqueta, y unas botas. Una clásica punketa, aunque algunos también la llamarían gótica, pero teniendo en cuenta su falta total de base blanca sobre su piel morena, que su cabello no le cubría los ojos y que no llevara ningún tipo de cráneo o araña en su vestimenta, podíamos descartarlo.

La chica metió su mano en el bolsillo de su pantalón para luego sacar un encendedor zippo de este, el pequeño objeto era de color plateado y poseía algún tipo de símbolo tallado en su dorso, pero no podía verse debido a la forma en que aquella chica lo sostenía. Movió con velocidad su mano y encendió el encendedor generando aquel característico *clic* de los zippo.

Cualquiera pensaría que sacaría un cigarrillo para fumar, o si estuviéramos hablando de un hombre mayor de los 80s: un habano. Pero no sacó nada parecido; nada más veía a aquella flama vambolearse y danzar en la nada, era como ver a alguien bailando sin música en un escenario inmenso.

Los ojos de color avellana de aquella joven observaban atentos cada movimiento de la pequeña flama. No había nadie en los pasillos, nadie que la interrumpiera o la molestase con miradas de intriga, solo estaba ella, la pequeña flama, y el tenue bao que surgía de entre sus labios debido a la baja temperatura.

--Odio el frío --murmuró mientras, con un rápido movimiento, cerraba la tapa del encendedor--. Y odio no haberme puesto calcetas más larga... --lamentó mientras despegaba su espalda el muro.

La chica de cabello oscuro estaba por caminar a su primera clase, después de todo solo estaba llegando diez minutos después de la hora de entrada, podía permitirse entrar temprano hoy. Pero de pronto algo hizo que se le erizara la piel, una ráfaga helada había recorrido su cuello, algo que, en sus palabras "Odiaba más que las derrotas del necaxa, o las victorias del america".

Otra ráfaga helada golpeó a la chica con calcetas insufisientemente largas, esta rápidamente volteó hacia atrás, claramente enojada con quien sea que haya dejado entrar el molesto viento frío.

Una chica de cabello rubio intentaba con todas sus fuerzas cerrar las puertas, esta vestía unos pantalones largos de color blanco, una gran chaqueta esponjada y un gorro de algodón adornado con un pequeño pompón el la parte de arriba, ambos de color rosa pálido. Esta tenía las mejillas y la nariz enrojecidas por el frío del exterior.

Nuestra joven de estilo punk miraba con fastidio los inútiles intentos de aquella chica de baja estatura por cerrar la puerta principal, era como ver a un cachorro de chihuahua intentando jalar una camisa sobre la cual habían puesto una caja fuerte del banco municipal.

El bao nuevamente surgió debido al gran suspiro que dío la pelinegra, para luego caminar hacia aquella colorida chica.

La rubia sujetaba con todas sus fuerzas la manija de la puerta de cristal, intentando jalar hacia adentro para poder cerrarla; pero una suma entre el peso de la misma puerta, la irregularidad del suelo y sus brazos de fideo hacían que fuese un poquito imposible para ella el cumplir su objetivo.

Un Invierno Lleno De ColorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora