Daiana.
Todavía no estaba aún muy segura si era buena idea el ir a un sitio como el centro de la ciudad con Nerida, y mucho menos con alguien como Alma, la cual "llamaba" cierta atención siempre que iba a algún citio.
Llegamos las tres al lugar en taxi, ofrecí llevar a Nerida en moto y que solo la castaña tuviera que pagará el transporte, pero ésta se negó de forma rotunda y solo dijo: "Ni creas que te dejaré ir con tu chica abrazadote la cintura así super tiernas, mientras yo voy en un mugre taxi con olor a queroseno". Sinceramente no pude no darle la razón, yo lo iba a hacer de todos modos, pero la de ojos verdes no quería dejar sola a Alma.
--¿Y ya habías venido? --le pregunté a la rubia mientras caminaba a mi lado. A ella parecía llamarle todo la atención, sus ojos iban a cada puesto y tienda de allí. Pude notar como al caminar jugaba con sus manos, un gesto que parecía hacer siempre que estaba nerviosa.
--Ma-mas o menos --dijo mirando a un pequeño carrito con algodón de azúcar--. Solo vine una ves con el señor Alfons a comprar unas cosas, pero no había nada de esto --señaló a los muchos adornos colgado de los postes de luz, los pequeños puestos improvisados donde podía verse que vendían de todo, y por sobre eso, las atracciones mecánicas puestas justo en medio del lugar--. No sabía que era como una feria --podía notar bien como la multitud de personas no era de su agrado, y mucho menos los gritos de los vendedores ofreciendo sus chucherías.
Al momento de oír a la chica, Alma solo intentó no hacer contacto visual conmigo. La muy atolondrada me había mentido con lo de que no habría mucha gente y con lo de que sería tranquilo.
Fruncí el ceño mirando a la castaña, la cual no se atrevió a devolverme la mirada.
--No es como tal una feria --dije poniendo una de mis manos sobre el hombro de la rubia--. La ciudad suele organizar aveces estos "eventos" para que los que viven en las fronteras o los de más bajos recursos puedan vender productos y... pues que se entretengan un poco. No es como que todo fuese de la mejor calidad y tal, pero al menos es algo, supongo.
--Y también es buen lugar donde pasar una tarde aburrida --agregó Alma, la cual empezó a acelerar el paso con dirección a los puestos de comida--. Y no te vas a creer las delicias que puedes encontrar si buscas bien.
--También puedes intoxicarte --mencioné.
Esta me miró con ojos de fastidio y yo solo le saqué la lengua, esto al parecer le hizo gracia a Nerida.
--N-no tengo mucha hambre --mencionó la rubia--. Pero me gustaría probar en la próxima --sonrió y, sin decir más, tomó mi mano--. Pero podemos seguir paseando.
La castaña notó muy claramente la acción de Nerida, y como sabía que lo haría, esta me lanzó una sonrisa burlona. Por mi parte yo simplemente se la devolví, y levanté la mano con la que sostenía la de la rubia, comunicando un claro: "Burlate todo lo que quieras, pero tu no tienes esto".
Alma reaccionó como usualmente lo hacía cada ves que yo ganaba en algo, me lanzó un dado de 4 caras que tenia en su bolsillo, justo en la frente.
--Ey, eso duele --reclamé--. ¿Porqué mierda tenías un dado?
--Porqué tu mamá --respondió y me dio la espalda--. Lesbiana presumida tenías que ser --esta hizo un gesto de "indignación" y solo se fue.
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Un Invierno Lleno De Color
AléatoireUn día como cualquiera en la universidad llegó una joven que, en los testimonios de muchos estudiantes y profesores, parecía que estuviera proyectando luz de arcoiris de cada uno de los poros de su piel. Una chica rosa y perfecta seria la descripció...