Orejas.

5 1 0
                                    

Neri.

Luego de despedirme de Daiana fuy llevaba hasta las puertas de la gran casa de mi abuela, el lugar era un poco antiguo y algo anticuado en su estilo; las paredes blancas del exterior hacían parecer que la casa intentaba mezclarse entre la nieve, pero el contraste que generaban los techos de losetas negras era bastante como para resaltar. Tenía también ciertos toques de arquitectura estadounidense, al parecer de los 80s según mi abuela, aquello proviniendo del dueño anterior.

Atravesé las puertas de la entrada junto al señor Alfons, este era el hombre de confianza de mi abuela, además de también ser el jefe de los mayordomos que trabajaban allí. Recuerdo conocerlo de todo la vida, para el yo siempre fuy la "señorita de la casa", por eso siempre me trataba con respeto al igual que a mi abuela, pero yo desde muy pequeña lo veía como mi hermano mayor, siempre escuchando sus consejos y lo que tenía que decirme.

--¿Se preocupó mucho? --le pregunté refiriéndome a mi abuela.

Al verlo este cerró los ojos y soltó un solemne suspiro, para luego dirigir una de sus manos al interior de su chaqueta, sacando de esta unos lentes con cristales redondos los cuales se puso con cuidado.

--Sabe que la señora siempre está velando por su seguridad --en ese momento pude notar como surgía una pequeña sonrisa en su estoico rostro--. Anoche apenas pude disuadirla de no salir en busca de usted en medio de aquella infortunada tormenta.

Bajé la mirada al oírlo, me sentía mal por haber hecho preocupar así a mi abuela, ella siempre se preocupa mucho por mi y por mis axidentes.

Llegamos al comedor y el señor Alfons me dejó para que pudiera hablar tranquila con ella.

Me dirigí directa a la mesa del centro, esta era larga y sobre ella había simplemente un mantel blanco sin más, ningún tipo de centro de mesa o ardorno, simplemente estaba vacía, y al extremo contrario de donde me encontraba pude ver a mi abuela con la cabeza apoyada en sus brazos. Su cabello era casi totalmente blanco, a excepción de alguno que otro cabello pelirrojo, recordándome aquellas fotos en donde la veía con una fiera cabellera completamente roja.

--Ho-hola abuela... --dije y luego esperé su respuesta--. ¿A-abuela...? ¿Abu? --me acerqué a ella, se veía completamente inmóvil, aceleré mis pasos y me puse justo a su lado--. ¿Abuela estás bien?

Puse mi mano en su espalda y rápidamente pude notar que estaba bastante fría, un miedo inmenso me recorrió todo el cuerpo, me quedé petrificada viendo a la persona que me había acompañado toda mi vida. Ella simplemente estaba allí como si nada, como si en cualquier momento fuera a levantarse de la silla y a regañarme por lo que hice.

Vi pasar frente a mis ojos cada momento que había vivido con ella. Sentía como si mi corazón fuera a romperse en mil pedazos.

--A-abuela... --murmuré mientras las lágrimas caían sin control.

--¿Neri...? ¿Volviste tan pronto?

Me quedé petrificada viendo como la mujer de cabello en su mayoría plateado levantaba la cabeza y me veía con ojos cansados, los cuales se alarmaron al verme llorar.

--A-a-a... --murmuré entre sollozos, sorbiendome la nariz mientras intentaba secar mis lágrimas--. Y-y-yo... pensé que te...

Al darse cuenta del motivo esta solo dejó salir una pequeña carcajada y luego tomó una servilleta, me tomó del hombro y me acercó a ella.

Un Invierno Lleno De ColorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora