Ruido.

4 0 0
                                    

Daiana.

Seguía sin poder creer lo que había pasado esa noche, el cambio sumamente abrupto de Nerida me dejaba más intrigada mientras más pensaba en ello, no podía creer que una chica tan linda y aparentemente delicada fuese de esa forma en la... cama.

Sentía como el agua tibia de la ducha caía sobre mi cabello, derramándose por mi cuerpo, llevándose consigo no solo el sudor de anoche, sino también los pensamientos innecesarios y las dudas que tanto molestaban dentro de mi cabeza. ¿A quién le importaba como había sido? Aquella chica me había hecho experimentar algo que antes jamás había sentido con ninguna otra persona, había sido la mejor noche de toda mi vida.

Lastimosamente no pudimos permanecer juntas por mucho tiempo en la mañana, ya que Nerida tubo que ir a su cuarto para no llamar la atención de su abuela o de alguien más en aquella enorme mansión.

Al salir de la ducha tomé una de las toayas bien dobladas sobre la canasta de ropa susia y me sequé el cabello, pensaba ponerme solo lo que había traído anoche, pero momentos después de que la rubia abandonara el cuarto, una de las doncellas llamó a la puerta y me entregó ropa nueva, al parecer la dueña de la casa me la mandaba. Salí del baño solo con la toaya en la cabeza secandome aquella maraña de nudos a la cual llamaba mi "estilo de cabello". Al destapar mi cara pude notar sobre la cama aquella ropa planchada y perfumada que me habían mandado.

Geans negros, camiseta de manga larga de color gris y ropa interior de color negro, agradecía bastante esto último, ya que por "culpa" de Nerida mi ropa interior había quedado bastante impresentable. Pude notar como todo aquello era bastante caro, incluso aún tenían las etiquetas de sus respectivas marcas de moda.

--Ojalá que no haya comprado esto para mi --murmuré mientras enganchaba el cómodo sostén en mi espalda.

--De hecho si, me mandó bastante temprano.

No estoy muy orgullosa del grito que pegué al momento de oír la voz de aquella doncella, aúnque comprendeme, la cabrona se había aparecido allí de forma espontánea o algo. Rápidamente cubrí mi parte inferior con la toaya que había dejado sobre la cama.

--¡¿Porqué chingados estás aquí?! --pregunté bastante alterada--. ¿No sabes tocár o qué?

Era la misma chica de ayer, la de los ojos azules de la cual Neri parecía conocer bastante de su historia, al darme cuenta de quien era no pude evitar mirarla de arriba a abajo, recordando como la rubia me había hablado de ella.

--Mi trabajo es limpiar los cuartos, y siempre soy puntual en eso --respondió con un tono bastante calmado teniendo en cuenta que yo estaba semidesnuda frente a ella--. Y de paso también hago los mandados que me pide la patrona.

--Ok... --murmuré y luego miré a mi alrededor de forma disimulada, buscando algo que podría ser prueba de lo que había ocurrido anoche en ese cuarto--. ¿Podría vestirme antes de que empieces?

--No hay problema --asintió.

--¿Y te vas a salir o...? --cuestioné con un poco de sarcasmo.

Ésta se dio cuenta y simplemente salió del cuarto, no si antes hacer una pequeña reverencia.

--Pero que coño le pasa a esa... --murmuré mientras reanudé mi búsqueda por alguna cosa incriminatoria que nos pudiera delatar a Neri y a mi. Por suerte no encontré nada, o almenos nada muy evidente "No creo que se ponga a quitar las sábanas y vea las manchas y eso..., ¿Verdad?". Pensé mientras veía la escena del crimen--. Nah... ni que fuera una maniática o algo así, de seguro ni las nota --intentaba convencerme a mi misma lo más que podía para no pensar en eso.

Un Invierno Lleno De ColorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora