TW; SUICIDIO
Ya se cumplian 2 meses desde el inicio de la tortura. Desde hace dos meses, Milán visitaba constantemente y en secreto el hospital.
Su relación con Tom iba deteriorándose poco a poco. Ya casi no tenían tiempo para verse, gracias a las entrevistas y ensayos.
No solo se estaba alejando de Tom, se estaba distanciando de todos sus seres queridos; Nick y las chicas, no las veía desde el viaje.
Jullie era la única que veía lo que le ocurría, y todas las noches, cuando creían que ella dormía, discutía con sus padres, para poder ayudarla.
Apreciaba de todo corazón el esfuerzo y preocupación de Jullie, pero, oir los mismos insultos y gritos de sus padres todas las madrugadas, era exasperante.
La vida se sentía débil y extraña, como si se hubiera quedado atada al pasado, como si todos hubieran avanzado de nivel, mientras ella se estancaba.
El único motivo por el cual ella soportaba el dolor, era un chico de rastas y preciosos ojos.
La última vez que lo vio, había Sido hace tres semanas, en un ensayo.Se acercó rápidamente a la joven, tratando de alcanzarla.
-Milan! Espera por favor!
-Oh, Tom, ¿que sucede?-
La miro extrañado; en casi un año de relación, ella jamás lo había llamado por su nombre.
En su rostro, ya no destacaban sus comprensivos ojos verdes, sino, sus ojeras, prueba del sufrimiento y cansancio por el cual estaba atravesando.
El brillo de sus ojos había desaparecido, de hecho, estos se habían tornado de un traicionero color gris.
Habían pasado semanas sin hablar, y necesitaban hacerlo.
-Escucha, linda, por favor- entrelazaron sus manos, sintiendo los fríos huesos de ella. El joven bajo su mirada hacia sus finos y largos dedos.
Desde que la conoció, sus uñas siempre estaban pintadas de algún color brillante y atractivo. En su lugar, estás mostraban notables signos de mordeduras, estaban cortas y descoloridas.
-No soporto verte así, ¿Que sucede?-
La chica callo, se observaron fijamente durante varios segundos.
Esa conexión visual, desde siempre, había Sido amorosa y segura. Ahora, la tormentosa tensión que se había generado, la tornaba cada vez más incómoda y dolorosa.
La chica esbozo una sonrisa, de esas que el no veía desde hacía meses.
-¿Que necesitas, Kaulitz?
Pequeñas lágrimas corrieron por las mejillas del muchacho. Su corazón ardía. Ese "Kaulitz" no sonaba igual que antes, para nada.
Su voz ya no era dulce, era entrecortada y sin vida, como si las palabras las formulara un robot. Esa no era su chica, ya no.
Dos minutos pasaron, mientras el muchacho pensaba que hacer.
El estaba incómodo, quería alejarse. Ella ya no era la de antes
Pero, al intentarlo, cayó en cuenta de que, la pobre alma en pena que tenía en frente, tenía los ojos cerrados, y una dulce imitación de su antigua sonrisa.
La misma sonrisa que esbozaba cuando finalmente obtenía algo que extrañaba.
Los recuerdos de hace meses, cuando probaba bocado de alguna comida que venía saboreando.
O cuando, se veían después de tres días (los cuales, en su momento, parecían siglos) se sentían finalmente, y un delicioso y cósmico orgasmo recorría su cuerpo.
Era exactamente la misma sonrisa.
Tal vez, si era su chica, era la misma muchacha cósmica y estelar que había conocido en aquel casting, era la misma coqueta y adorable chica que había conocido aquella noche en el balcón de su habitación.
Era ella.
Ella seguía siendo su chica.
Seguía siendo su luna.
Seguía siendo Mils...
No.
Ella ya no era Mils.
Era Milán.
Su cuerpo y alma pedía a gritos auxilio. Su cuello extremadamente delgado, su cabello opaco y despeinado, sus labios, anteriormente color carmesí, ahora eran púrpuras.
-Tomate una semana de vacaciones, cariño. Te veré apenas te encuentres mejor. Te amo con todo lo que soy-
La abrazó fuertemente, tal como lo hacía hace meses.
La joven levantó la vista, encontrandose con la de el.
Pudo divisar, entre las lágrimas, las ojeras y sus pestañas húmedas, un pequeño brillo renaciendo de su adolorida pupila.
Ahora podía comprobarlo.
El verde, si era el color de la esperanza.Desde aquel día, ella había ignorado todas las llamadas de su novio.
No comía
No bebía
No hacía nada.
Ella había muerto en vida
Ya no vivía
Solo existía.Eran las tres de la tarde, el día era nublado, el césped del patio era largo y rebelde.
Tom siempre venía los domingos junto a ella, a poder cortarlo y cuidarlo, ya que su padre no le prestaba atención a esos detalles.
Sonrío al recordar esas tardes de agosto.
Su celular comenzó a vibrar, y creyó saber perfectamente quien era.
Creyó estar lista para atender, después de tres vacías semanas.
Levantó este, abriendo los ojos sorprendida, al ver el nombre en pantalla.
No era su chico, desde hacía tres días no la llamaba.
Tenía 400 mensajes de las últimas semanas, 120 llamadas perdidas y 56 mensajes de voz, todos llorando y pidiendo disculpas por algo que no había hecho.
De pronto, se dió cuenta de lo que había hecho.
El era lo único que le quedaba.
No podía dejarlo ir.
Por primera vez en mucho tiempo, se cambió de ropa, y se dirigió hacía la calle.
Su hermana, detrás de ella, preguntando a dónde iba.
La lluvia era cada vez más fuerte, y podía tapar los gritos de felicidad de Jullie, quien creía que finalmente su hermana estaba sanando.Tocó el tiembre del departamento de su chico, la atendió un joven completamente distinto; un chico de ojos casi negros, sin rastas.
Tenía trenzas negras, era un poco más alto que antes, y su rostro al verla se tiñó de blanco al verla.
-¿Que haces aquí?-
-Lo lamento- su voz entrecortada la delataba.
El chico le termino de abrir la puerta, invitandola a pasar
Su sala de estar estaba sucia, tenía latas de cerveza por doquier.
Su mente se aclaró, al recordar que había Sido su cumpleaños hace tres días.
Se dió la vuelta caminando rápidamente hacia el, quien la observaba decepcionado a lo lejos.
Trato de abrazarlo, pero el no le respondió.
Era como una estatua.
El calor de su cuerpo había desaparecido, estaba frío como un hielo.
Un ladrido se escuchó desde su habitación.
Haddaway corrió hacia su dueño, ignorandola.
Allí fue, cuando se dió cuenta, de que lo había perdido todo.
-¿Ya te sientes mejor?- pregunto, conservando la cruel seriedad en su rostro
-No, para nada. Pero, verte me devolvió un poco la vida-
Sonrío, tratando de imitar su antigua risa, la cuál había desaparecido por completo.
-Milan, fue mi cumpleaños y no me saludaste. Bill, George y Gustav están en el estudio.
-¿Estudio?
-Si, Milán. Te avise que tendríamos una entrevista completamente importante hoy.
-Ahi estaré
-No, Milán. Ya no eres parte de la banda
Su corazón se detuvo, y dolió aún más al ver la frialdad con la que el lo decía.
-¿Q-que?-
-Dejame ver si entendí, Desapareciste por semanas, sin contestar, ignorando nuestras llamadas, ¿y ahora quieres volver?
-Tom..
-No. No quiero seguir así, Milán.
-Tom, por favor... No me dejes...
Un silencio se generó en la habitación, dejando una extraña sensación de muerte alrededor
La joven se derrumbó en el suelo.
Había perdido a todos, incluso a su perro.
El chico la observaba mientras lloraba, esa seriedad había Sido demasiado difícil de mantener.
Finalmente, se rindió y se sentó al lado de la jóven
-Milan, no te estoy dejando. Jamás lo haría. Pero, quiero que me expliques que sucede
-No puedo!-
El grito aturdió a todo el edificio, mientras la joven levantaba su vista hacia el chico, quien pudo divisar cicatrices en sus brazos.
-Milan, por favor, dime qué no...
La chica se acercó a el, tomando su rostro entre sus manos, depositando un frío beso en sus labios
-Lo intenté, Tomie.- lentamente se paró y se dirigió hacía la puerta.
El chico, extrañado la siguió en silencio.
Al ver cómo la joven se dirigía hacia la carretera, entendió sus intenciones
-¡Milan, detente por favor!-
La dulce mirada de la chica se desvaneció cuando un carro la chocó, mientras todo el mundo se detuvo para el chico.
Los gritos de auxilio de la gente, no eran llamativos.
Su vista se nublo, mientras veía como su hermano, sus compañeros y algunas amigas de la que fue su novia, la socorrian.
Ese día, algo murió dentro de el.
La luna brillo aún más fuerte, enviándole castos besos desde el cielo.
Por dentro, tenía la sensación de que alguien se sentaba a su lado, lo abrazaba dulcemente y le susurraba palabras bonitas al oído, aúnque, seguramente, ese alguien ya no estaba con ellos.Marlena
Reviví! Y los voy a hacer llorar jijiji. (si es que alguien Lee esto por qué deje de promocionar el libro JSJSJSJS)
Tranquilos, creo que el capítulo doloroso aún no llega.
Cualquier recomendación, duda o corrección soy todo oídos¡! No olviden votar y comentar, los kierooo 💓
ESTÁS LEYENDO
Metanoia (Th FC¡)
Romance"At the end, we all become stories." Milán, una joven de 17 años, encuentra un número en la calle para un casting de una banda, como vocalista principal. Al llamar, es aceptada e invitada el siguiente día al casting. Quien pudiera pensar, que una si...