ᴘᴇQᴜᴇñᴀ ᴍᴇɴᴛɪʀᴏꜱᴀ
Giselle Evans es una chica a la que siempre le ha gustado jugar con fuego.
A pesar de que se le advirtió que podría quemarse, decidió enredarse entre los rivales más grandes de Japón; el detective L y el famoso asesino Kira.
¿Qué s...
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La culpa me estaba carcomiendo.
Lo peor es que ni siquiera lograba entender por qué. La mayor parte de mi vida la había pasado sin que me importara nada acerca de los demás; tanto sus comentarios sobre de mí y sus sentimientos, o cualquier vulnerabilidad. Pero el haber visto aquella forma en la que L me miró anoche cuando me encontró con Light, ocasionó algo en mí que no supe descifrar.
Cuando le llamé a Marianne esta mañana para comentarle mi decisión sobre la mudanza, ella estaba ocupada, pero me dijo que cuando tuviera un momento libre me la devolvería.
Gracias al cielo fue más pronto de lo que esperaba.
—¿Ryuzaki ya lo sabe? —preguntó Marianne desde el otro lado de la línea.
Suspiré profundamente.
—Aún no.
—Giselle, tienes que decírselo —dijo intentando sonar alentadora, sin embargo, el simple pensamiento me hizo dudar.
¿Esto era lo que quería?; ¿En verdad estaba dispuesta a dejar que todo terminara así? Solo el considerarlo me hacía sentir una tensión en el estómago.
—¿De verdad crees que esto es lo correcto, Anne? —mi voz sonaba un poco apagada, y creo que ella lo notó, pues tardó poco más en responder.
—Solo si tú quieres que lo sea.
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El día estaba nublado y lluvioso. Miré a través de las cortinas de la ventana de mi habitación y noté que cielo estaba teñido de un gris oscuro, aquello casi me hizo resoplar. Odiaba la lluvia. O quizá solo odiaba el sentimiento de melancolía y tristeza que solía venir con ella.
De cualquier forma, me obligué a salir de la cama y tomar una ducha. Mis músculos estaban un poco adoloridos, en especial mis muslos y partes íntimas, debido al sexo con Light. Aunque intenté no prestarle demasiada atención mientras lavaba mi largo y abundante cabello castaño.
El vapor del agua caliente nubló el espejo, impidiendo ver mi figura completa cuando estaba vistiéndome de nuevo. Sin embargo, no necesitaba observarme para saber que mi cuerpo estaba cubierto de chupetones que solo quería arrancar en ese momento.
Algo que agradecía de este clima es que tendría que usar algo abrigador, así que, no andaría por los pasillos mostrando aquellas marcas que no quería ni siquiera tener. Me coloqué una blusa de manga larga y cuello alto, junto con un pantalón oscuro.
Tomé el elevador principal y bajé al primer piso.
Cuando la puerta se abrió y salí, mi mirada recorrió la sala de investigación en un vistazo rápido. Todo lucía más o menos como de costumbre; papeleo desordenado, computadoras encendidas y el equipo entero trabajando sin descanso.
