ᴘᴇQᴜᴇñᴀ ᴍᴇɴᴛɪʀᴏꜱᴀ
Giselle Evans es una chica a la que siempre le ha gustado jugar con fuego.
A pesar de que se le advirtió que podría quemarse, decidió enredarse entre los rivales más grandes de Japón; el detective L y el famoso asesino Kira.
¿Qué s...
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Un pequeño quejido inconsciente escapó de mis labios. Me removí con incomodidad sobre la suave superficie en la que estaba recostada, y tan pronto como abrí los ojos, sentí que mi cuerpo estaba tan adolorido que apenas podía mover un músculo.
Parpadeé un par de veces acostumbrándome a la luz del techo de ese lugar, era blanca y fuerte, me lastimaba un poco la vista. Miré mi cuerpo cubierto con una manta y mi ropa usual había sido reemplazada por una bata de... ¿hospital?
Un pitido constante me hizo girar un poco la cabeza, y noté el monitor de mis signos vitales. Moví un poco mis dedos y noté el goteo intravenoso en el dorso de mi mano izquierda. Pero sobre todo, sentía un abrumador dolor en mi brazo derecho, el cual estaba vendado.
Sentí un poco de peso sobre una de mis piernas, donde me di cuenta de que Marianne estaba apoyada, parecía estar medio dormida. Iba a despertarla, pero yo aún estaba un poco aturdida.
Por más que intenté, no pude recordar con claridad qué había sucedido con exactitud o cómo había llegado hasta aquí. Mi memoria estaba difusa, solo sé que después de toda la pelea con Misa y Light, llegó la policía y hubo un par de disparos.
—Giselle, —la voz de Marianne me sacó de mis pensamientos. Una pequeña sonrisa de alivio se formó en sus labios al verme, —despertaste...
—¿Anne? —murmuré. —Qué sucedió?
Ella sujetó mi mano con cuidado, sobando el dorso delicadamente y su sonrisa se desvaneció un poco.
—Te dispararon.
Mis ojos se abrieron con sorpresa. Eso tenía sentido, por dolor insoportable de mi brazo supuse que ahí había recibido el impacto. Aunque, siendo honesta, mi cuerpo entero estaba lleno de moretones y rasguños, así que estaba igual de lastimada por todas partes.
Quería preguntar más, pero no sabía qué tanto sabía Marianne acerca de Light y L.
—Ryuzaki no me dio muchos detalles al respecto —ella continuó, casi como si hubiera sido capaz de leer mi mente, lo cual agradecí, —pero los doctores dijeron que no había sido demasiado grave.
De pronto me surgió una duda.
—¿Tú como supiste que yo...?
—Estaba esperándote abajo para la mudanza, ¿recuerdas? —ella me dio una mirada triste y yo asentí. —Después de haberte llamado tuve un presentimiento, como si algo malo estuviera a punto de pasar, así que, a pesar de que dijiste que no ocupabas ayuda, entré al edificio y pregunté por ti. Un señor mayor me guió hasta Ryuzaki, y aunque acababa de conocerlo, le dije lo que pensaba. Creí que me tomaría por loca —soltó una risa por lo bajo, —pero afortunadamente no fue así. Él me pidió que esperara en el pasillo y fue a buscarte. Después de unos minutos solo escuché muchas patrullas y alboroto. Quise subir por ti, pero el mismo hombre me pidió que no interviniera. Acepté a regañadientes, pero luego vinieron los disparos y cuando llegaron las ambulancias, me asusté, subí y... —su voz se quebró mientras contaba el relato y fue cuando me percaté de las lágrimas que bajaban por sus mejillas sonrojadas. —Había muchos miembros de la policía, y-yo te vi... había sangre y...
