Jueves

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Y, como cada jueves, San estaba detrás de la barra muy atento a la llegada de su cliente favorito, mientras Jongho se encargaba de limpiar algunas tazas, manteniéndose expectante a las reacciones de su jefe y amigo.


—¿No sientes que está tardando? —preguntó San sin despegar la mirada de la entrada— Nunca falla

—Dale un momento San, no es como si viniera a verte a ti


El sonido de la campanilla de la entrada al abrirse lo colocó en el presente, y sí, ya había llegado.

Por la puerta entró un lindo omega de cabello castaño oscuro y ojos color miel, estaba empujando una carriola en la cual viajaba una bebé de no más de un año quizás. Por la forma en cómo lucía, era obvio que se trataba de la hija de ese omega, pero con unos enormes ojos verdes.

San corrió desde la barra hasta la mesa junto a la ventana para saludar al omega y tomar su pedido, ya ni siquiera importaba porque siempre pedía lo mismo, pero cualquier clase de contacto lo hacía muy feliz.


—Hola, buen día

—Buen día —sonrió amablemente el omega mientras se quitaba su abrigo y colocaba a la bebé en su regazo

—¿Lo mismo de siempre?

—Lo mismo, por favor

—Hoy se ve muy linda —señaló San

—Hoy te vez hermosa bebé —dijo el omega haciendo reír a la pequeña—, te dije que era un buen día para ese moño rosa

—Bien, traeré tu órden, espera un poco


San volvió a la barra para darle el pedido a Jongho, que lo miraba convencido de que su amigo era pésimo tratando de acercarse a ese omega.


—¿Esta vez funcionó?

—Tal vez...


Jongho le dió unas cuantas palmadas en el hombro y se fue a preparar el pedido del misterioso cliente: Una malteada de chocolate y una tarta de queso con frutas.

San no podía despegar la vista del hombre, lucía tan amoroso con la pequeña, era como si en el mundo sólo existiera ella, pero así era cada jueves, llegar, elegir la misma mesas, pedir la misma orden, hablar con la bebé y hacerla reír, alimentarla, ignorar a los alfas que trabajaban en la cafetería e irse... Cada jueves lo mismo.

Jongho colocó el pedido del omega en una charola y San no perdió oportunidad para llevarla hasta la mesa. Regularmente sería Jongho quien hiciera ese trabajo, pero San estaba decidido a hacerse notar a como diera lugar.


—Traje tu orden y agregué una galleta de chispas de chocolate —San colocó las cosas en la mesa— Comenzamos a venderlas y pensé que tal vez te gustaría probar una... Es una cortesía


El omega sonrió sin decir nada más que un discreto "gracias" y seguir con lo suyo y su adorable bebé. En ese breve instante, San aprovechó para mirar un poco el cuello del omega. Sin marcas.

Durante el último mes, San trató de ver el cuello del omega sin encontrarse con ninguna marca visible, era posible tener una marca en otras partes del cuerpo, como los muslos, por ejemplo, pero durante ese mismo tiempo, nunca percibió el olor de ningún alfa en él ni en la bebé, por lo cual asumió que ellos ya no tenían contacto con el papá de la niña. Pero aunque suponía todo eso, el omega nunca se mostraba interesado en hablar con él o con Jongho.

LOVE || SanSangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora