LOVE || SanSang

La Última Nevada

Mirar a Yeosang era el espectáculo más hermoso que San hubiese presenciado en toda su vida. Su rostro perfectamente esculpido, su cabello castaño cayendo sobre sus ojos y su envidiable complexión, la cual podía ser vista incluso con las capas de ropa que llevaba debido al invierno.

El omega alimentaba a su hija sentada en una sillita para bebés.

—¿Qué pasa?

Yeosang se percató de la penetrante mirada de San, sabía perfectamente lo que estaba pasando, pero prefería fingir que no. Ya era una costumbre que al llegar a la cafetería, San se sentara con ellos a conversar, a veces a jugar con Hana y otras, como ese día, simplemente a mirar al omega.

—Han pasado unas semanas desde que comenzó el año y luces diferente

—¿Qué significa?

—No lo sé, es como si hubiera pasado algo bueno en tu vida, ¿Pasó algo bueno en tu vida?

Yeosang le mostró a San una mueca de satisfacción que no le había dejado ver antes.

—La siguiente semana es el cumpleaños de esta preciosa niña, —dijo mientras le acariciaba una mejilla a su risueña bebé— no puedo creer que ya llevemos un año juntos

—¿Y por qué no me dijiste nada?

—¿Y por qué te lo diría?

—Porque esta bebita es adorable y me encantaría regalarle un bonito pastel para una fecha tan importante

—Bueno, pues no lo hagas

San ya se había acostumbrado a que Yeosang lo esquivara tan bruscamente, así que ya ni le importaba cuando ocurría.

—¿Planeas algo grande?

—No, en realidad no, no soy bueno planeando cosas

Yeosang mantenía un rostro neutral en la conversación.

San colocó un puchero, en su mente, le hubiese gustado poder celebrar con ellos, aunque sabía que la única forma de hacerlo, era logrando que Yeosang aceptara celebrar en la cafetería.

—¿Y cuándo es?

—La siguiente semana, el sábado

—Pero vendrás el jueves, ¿Verdad?

—Quizás no —el rostro de Yeosang siempre lucía con expresiones muy suaves— mi madre y mi hermana llegan el jueves y quiero estar con ellas

—Pues tráelas

—¿Traerlas?

—Sí, pueden pasar un buen rato aquí, ponerse al día y yo puedo prepararles el mejor servicio

—¿Y exactamente por qué harías eso?

—Porque sería un regalo para Hana

—No lo creo —sonrió

El omega bebió lo que quedaba de su taza de chocolate, dando por terminada la visita de ese día.

—¿Yeosang?

—No insistas, no pasará —dejó escapar una risita traviesa