La Sorpresa

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Los primeros rayos de sol se colaban entre las cortinas, iluminando tenuemente la habitación mayormente en penumbras. El clima era fresco, pero Yeosang se sentía cálido cuando se enredaba entre los brazos de San, así que aprovechaba mañanas como esa para quedarse en cama, simplemente mirándolo y delineando su perfil con suavidad para dejarlo seguir durmiendo, estaba fascinado con ese rostro hermoso que de algún modo había logrado conquistar.

Pasó la yema de su dedo índice por los carnosos labios que amaba con locura, provocando un ligero cosquilleo en el alfa, uno que lo hizo moverse entre sueños, dejando escapar un murmullo.


—¿Me amas?

—mhmm —balbuceó con los ojos cerrados, pero tratando de encontrar el cuerpo de su omega

—También te amo —se dejó abrazar. Aún no podía creer lo feliz que era con San, por eso tenía que mirar dos veces el anillo de compromiso que tanto le gustaba

—Hueles diferente —lo presionó fuerte contra su pecho, hundiendo la nariz en el cabello castaño del omega— pero muy bien

—¿Diferente?

—mhmm —ya estaba despierto— Cuando regresó tu celo...

—¿Cómo es ahora?

—Leche, fresas y... Tal vez gardenias

—Gardenias... —repitió, un poco ausente de la conversación

—¿Es malo?


Se despegó lentamente del alfa para poder verlo a la cara con ojos vidriosos que importaban un poco de atención, y no pasó desapercibido. El alfa no tuvo que pensarlo demasiado: pasó su brazo alrededor de la cintura del omega y lo colocó debajo de su cuerpo con un movimiento rápido.

Le dió un par de besos en los labios antes de seguir una línea hasta su cuello, justo sobre su glándula. Al principio hubieron besos suaves como caricias, seguidos de algunos besos húmedos, pero no pasó mucho para que comenzaran pequeñas mordidas que inquietaron a Yeosang.


—San —lo llamó con palmaditas en su hombro— no...


Pero no hubo una respuesta, sólo una mordida un poco más intensa y ligeramente dolorosa que se quedó marcada en su piel.

Esa actitud dominante, mezclada con su corpulento cuerpo aprisionando contra la cama, lo hizo sentir intimidado, así que comenzó a tratar de alejarlo hasta conseguir un poco de distancia entre ellos.


—No la muerdas... —habló muy bajo. Por alguna razón, esos días tenía muy presente su casta


Cubrió su glándula con una mano, desviando la mirada de forma incómoda. No era la primera vez que se lo decía y estaba empezando a ser molesto para uno y preocupante para el otro.


—No marques —pidió una vez más—por favor

—¿Yeosang?

—Hablo en serio... —tragó saliva

—Sé que lo haces —echó al aire un suspiro cargado de molestia, al tiempo que se dejaba caer sobre el colchón, mirando al techo

—Yo... No necesito una marca ahora

—¿Sabes qué? —revolvió su cabello— Ni siquiera tienes que explicármelo de nuevo, sólo... Lo siento. Mi culpa

LOVE || SanSangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora