Treacherous Pt.2

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...

En cuanto Takano escuchó aquello saltó de la cama y corrió hasta el armario. Onodera lo veía extrañado, ¿que no iban a continuar? No pasó mucho para que Takano regresara en sus pasos, corriera la cortina del ventanal (por cualquier cosa) y se sentara nuevamente en la cama, donde mostró su mano frente a Onodera. En ella, sostenía dos sobresitos plateados, ambos los conocían muy bien. Aquella idea no le gustaba demasiado al castaño, y rápido lo hizo notar al fruncir el ceño y surcar su boca en desagrado, estaba a punto de dar sus razones cuando Takano habló.

— Yo se que te encanta que se corran dentro, pero no podemos tardarnos mucho y no creo que quieras ensuciar tu cama en la primera noche.

Estaba a punto de responderle "ni siquiera es de noche aún", y fue como si los cables cortados en su cabeza se hubieran pegado de nuevo. Era cierto, era muy imprudente hacer de la habitación un desastre tan pronto. Comprendía aquello pero no lo aceptaba todavía.

— ... lo haré si me dejas ponértelo

Aquella declaración agarró un poco por sorpresa a Takano, pero curioso por ver lo que el otro haría sonrió. Onodera extendió la mano pidiendo algo, y Takano por supuesto le dio uno de los sobres. Delicadamente, Onodera tiró de una de las esquinas y abrió el pequeño paquete. Takano veía entre fascinado y embobado aquella acción, la forma lenta en que lo hacía era como si lo estuviera tentando.

— Sácalo

Aquella demandante declaración hizo que Takano volviera en si mismo. Rápido desabrochó el cinturón, bajó la cremallera de su pantalón y liberó su pene erecto. Onodera se humedeció los labios y por fin sacó el condón del empaque, poniendo la punta entre sus labios. Conectó un momento mirada con Takano y vió como dejaba escapar un suspiro, tan tierno. Sin darle tiempo a reaccionar siquiera, Onodera bajó y posicionó el condón en la punta de su pene, y ayudándose de su propia boca, bajó el condón de una, deslizándolo y desenvolviéndolo con sus labios.

— ah... ¡A-ah!

Se lo había metido tan adentro en la garganta que sintió por un momento que se atragantaba, pero escuchar aquel sonoro gemido escapar de la boca del pelinegro hizo que todo valiera la pena. Sonrió de lado ante su reacción, y sin pensarlo dos veces comenzó a mover su cabeza metiendo y sacando el pene de Takano de su boca de forma rápida, metiéndolo tan al fondo como podía. Takano no lo podía creer, aquel lugar se sentía desconocido, tan caliente y apretado que asustaba. Nunca había estado tan adentro de la boca de alguien, no sabía siquiera que aquello fuera posible, pero ahí estaba Onodera haciéndolo.

El placer que sentía lo obligaba a arquear la espalda hacia atrás, haciendo la tarea del otro más fácil. Tuvo incluso que sostenerse del cabello castaño para evitar caerse, pues sentía que sus piernas y cadera perdían fuerzas. Si seguía así, seguramente terminaría corriéndose y de nada serviría haberse puesto aquella cosa. Recuperando fuerzas de donde pudo jaló a Onodera por el cabello y lo separó. Tragó saliva cuando lo vio de frente, con la boca entre abierta goteando saliva, sus mejillas rojas brillantes y sus ojos entre cerrados y nubosos, como si estuviera a punto de llorar. Lo miraba jadeante, con tanto deseo  que le fue imposible apaciguarse.

Rápido lo arrojó a la cama, lo volteó , levantó su trasero y bajó toda su ropa de una. Onodera estuvo a punto de reclamar cuando sintió algo húmedo acariciar su entrada, provocándole un escalofrío que subió desde sus caderas hasta la nuca. La lengua de Takano lo acariciaba de mil maneras posibles, de arriba a abajo, en círculos, y de repente ya estaba adentro de él, lamiendo todo su interior. Aquella sensación era nueva y aterradora, lo único que supo hacer al dejar salir aquel gemido que más bien parecía un grito, fue abalanzarse y abrasar la almohada.

Cruel Summer  [Sekaiichi Hatsukoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora