Había pasado ya una semana desde la desaparición de Marcos, y la guardia de la urbe no había logrado encontrarlo. Si bien estaba claro que se trataba de un secuestro orquestado por alguno de los clanes, parecía ser esta la razón por la cual todavía no había ningún avance en el caso.
La relación que Diana y su primo mantenían era estrecha, aunque no se vieran cara a cara demasiado seguido por el carácter introspectivo de él y su tendencia a no salir de su departamento, que se encontraba en un sector menos favorecido de la urbe.
Diana se sentía culpable, pues lo había notado raro durante el último mes, pero había estado tan ocupada terminando de preparar su tesis que se arrepentía de no haberle prestado más atención. No podía parar de pensar en que, si se hubiera acercado a él, quizás habría podido evitar su secuestro o, al menos, tendrían alguna pista de valor sobre su paradero.
No es que Diana tuviera cualidades de detective, pero sabía muy bien que si dejaba el tema en manos de la guardia, jamás volvería a ver a su primo.
Por eso se encontraba frente a la puerta del departamento de Marcos en uno de los barrios de clase baja, que distaban de poseer las comodidades de las que disfrutaba ella en el suyo. Suspiró, nerviosa, nunca había estado allí sin Marcos y no podía evitar sentirse intranquila, teniendo que mirar por el rabillo del ojo cada tanto solo para asegurarse de que nadie la seguía o la estaba espiando.
Haciendo caso omiso a la marca de pintura que advertía que estaba por violar una escena criminal, sacó un manojo de llaves de su bolsillo y eligió una de ellas. La introdujo en la cerradura y la giró. Con un "click", el pestillo se echó hacia atrás y, sin perder un solo segundo más, se internó dentro del apartamento.
Tuvo que esquivar todo el desorden, no solo el que su primo mantenía por naturaleza, sino el que había dejado alguien más después, buscando pistas o bien con la intención de borrar pruebas o robarle. La guardia había revisado ya el lugar, pero Diana esperaba poder encontrar algo que a ellos se les hubiera pasado por alto, algo que su primo hubiera podido dejarle solo a ella en caso de que le sucediera una desgracia como la que había acontecido. Porque estaba segura de que si uno de los clanes había secuestrado a Marcos, no era por casualidad, sino porque en algo turbio se había metido. Y de alguna manera tenía que haber dejado atrás un salvavidas.
—Veamos, Marquitos... Ojalá hayás hecho como en esas pelis policíacas de las que siempre hablás, y me hayás dejado alguna pista, algo para que pueda entender qué te pasó. Algo que ni a los riders, ni a la guardia, les habría llamado la atención...
Y así fue como se pasó las siguientes cuatro horas rebuscando entre las pertenencias de su primo, en aquella especie de vivienda-laboratorio que se limitaba a solo dos habitaciones. Pero, pese a sus esfuerzos, no logró encontrar nada de utilidad.
Dándose por vencida, se sentó en el borde del camastro y suspiró, masajeándose las sienes con los dedos. Al bajar la mirada encontró un marco de fotos roto. En vez de tener una foto mostraba una caricatura de ambos que había dibujado ella misma hacía ya dos años, para el cumpleaños de su primo.
Una sonrisa se le escapó de los labios e, inmediatamente después, las lágrimas bañaron sus mejillas. Lo recogió del suelo, lamentando el estado en el que había terminado aquel dibujo, y lo liberó de los trozos de madera astillada y el cristal roto.
Levantó las rodillas sobre el fino colchón, rodeándoselas con los brazos con fuerza, y apretó aquella imagen contra su pecho.
—Lo siento, primo —sollozó, desesperanzada—. Juro que voy a hacer todo lo que pueda para encontrarte. Los hijos de puta de la guardia no hacen nada, nadie se quiere meter con los clanes... Pero a mí no me importa. Si tengo que meterme al corazón podrido de su cuartel a buscarte, nada me va a frenar con tal de sacarte de ahí. No puedo dejarte en sus manos...
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NI EN TUS SUEÑOS
RomanceDiana acaba de graduarse en psicología y está entusiasmada por iniciar una nueva etapa en su vida. Pero todo cambia a raíz de la desaparición de su primo Marcos. Convencida de que la Guardia Citadina no está ocupándose del caso, Diana comienza a inv...