Roman no apareció. Ni siquiera cuando se hizo de noche.
Diana estaba sentada en un sofá en el piso de Elodia, en uno de los barrios de clase media dentro de la muralla de la urbe. Marcos descansaba en la habitación, Lucas se había marchado, y Elodia acompañaba a Diana con una humeante taza de café entre las manos.
—No te preocupés, Roman sabe cuidarse solo. Vendrá.
—Eso espero. Pero, ¿y si no puede? ¿Y si le pasó algo?
—Ernesto es su jefe, pero también el padre. No le haría nada que pudiera comprometer a su heredero, por más que lo deteste.
—Ernesto tiene planes para Roman. —Marcos se asomó desde la habitación, sumándose a la conversación—. Lo necesita vivo, Lucas me explicó lo de los Rosso...
—¿Qué cosa de los Rosso? —quiso saber Diana, volviéndose hacia su primo.
El chico se acercó a ellas y se sentó en el suelo, apoyando la espalda contra el sillón en el que se encontraba Diana. Buena suerte saltó sobre su regazo en busca de caricias.
—La hija de Rosso dice que está embarazada de Roman, y aunque él lo niega, Velázquez está dispuesto a aprovechar la oportunidad para afianzar su alianza con Alfonso Rosso y su fábrica clandestina de municiones.
—¿En serio? —Diana se quedó helada al escuchar aquello.
—En serio. Lucas quería decirle a Ernesto que él también se cogió a Sofía, que hicieron un trío o algo, para que reconsiderara su plan y no se atreviera a nombrar heredero a un nieto que no fuera suyo... Pero Roman no quiso.
—Normal. Lucas siempre está dispuesto a darlo todo por Roman... Pero eso lo mataría. Si le dijera eso a Ernesto, él mismo lo haría desaparecer para eliminar testigos, y seguiría con su plan de unir su clan al negocio de la producción de municiones —explicó Elodia—. Total, todavía le quedan muchos años por delante y, si el niño no se parece a Roman, tendrá un montón de oportunidades de hacer que le suceda "un accidente".
—Menudo caos... —Soltó un suspiro, agobiada—. Ojalá Roman supiera controlar mejor lo que tiene entre las piernas.
Elodia se rio, y la miró con picardía.
—¿Todavía no lo conocés?
—¿Conocer qué?
—Oh, no —se quejó Marcos—. Creo que sobro en esta conversación. Mejor me vuelvo a la cama —dijo soltando a la gatita para ponerse de pie.
Diana vio cómo desaparecía de vuelta tras la puerta de la habitación, y se giró para mirar a Elodia, quien seguía a la espera de su respuesta.
—No. Todavía no ha pasado nada de eso entre Roman y yo.
—Me extraña, conociéndolo a él... Debes importarle en serio, si te espera así.
—Yo creo que no es que le importe tanto. Solo soy la prima del que inventó el Invictus, y un capricho para él. Debe estar harto de que todo el mundo le diga que sí, y como yo le digo que no, sigue rondándome.
—¿Por eso le decís que no? ¿Para que no pierda el interés en vos?
—¿Qué? No, no es por eso —respondió, pero la duda tiñó sus palabras, y se preguntó si no había algo de verdad en la observación de la chica.
—¿Entonces por qué es? Está bueno, besa bien, coge incluso mejor...
—¿Vos y él...? —preguntó, sorprendida.
—Sí. Salimos una vez hace tiempo. Así conocí a Lucas.
—¿Y no les importa que vos y ellos...?
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NI EN TUS SUEÑOS
RomanceDiana acaba de graduarse en psicología y está entusiasmada por iniciar una nueva etapa en su vida. Pero todo cambia a raíz de la desaparición de su primo Marcos. Convencida de que la Guardia Citadina no está ocupándose del caso, Diana comienza a inv...