16 | Detrás de escenas

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Enero 9, 1977

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Enero 9, 1977. 4:05 a.m. 7 horas para regresar a Hogwarts.

Sirius Black se encontraba sentado en el alféizar de la ventana.

Era una mala costumbre que había adoptado durante sus primeros años de Hogwarts. En su habitación, un pequeño hueco en la pared de piedra le permitía sentarse del lado de adentro y observar los terrenos de afuera. Junto a él se encontraba el vidrio, lo que evitaba cualquier posibilidad de caerse. Dado que la Torre de Gryffindor era la más alta del castillo, parecía ser una precaución de seguridad importante.

Afuera estaba oscuro, la luna creciente iluminaba vagamente los jardines y podía divisar apenas las siluetas de los pájaros. Se había preguntado cómo sería ser uno de ellos, con la capacidad e independencia para alejarse volando cuando quisiera. Habría sido muy útil cuando se encontraba de vuelta en Grimmauld Place, tener una escapatoria fácil y que no dependiera de la magia.

Se había limpiado las lágrimas mientras intentaba eliminar las imágenes de la pesadilla de su mente. Tan claro como el agua, poco a poco un día normal se había convertido en horror y dolor. Mientras más lo pensaba, más comenzaba a dudar si se trataba solo de un sueño o si eran fragmentos de sus recuerdos que volvían para atormentarlo. Solo tenía trece años, ¿cómo iba a saber la respuesta?

Desde entonces, cada vez que las pesadillas lo despertaban a mitad de la noche, se sentaba en la misma posición que esa primera vez. Era reconfortante ver la forma en la que los terrenos, el lago y el bosque parecían estar en paz casi absoluta, así como el Sauce. Especialmente el Sauce. Un árbol que llevaba una vida tan llena de violencia, pero que encontraba tranquilidad durante las noches y todo parecía estar bien. Era un poco difícil no ve cierto paralelismo, luego de habérselo señalado a sí mismo una noche.

Pero inclusive eso había terminado el año anterior. Ahora, cada vez que veía el árbol, su mente no podía evitar desviarse hacia lo sucedido en la casa de los gritos, cuando casi había enviado a Snape a su muerte. El Sauce Boxeador se había convertido en nada más y nada menos que un símbolo de la culpa que Sirius sentía. Remus lo había perdonado, con el tiempo, pero los dos sabían que era una mancha permanente en su amistad.

Por ello es que Sirius no se había ofendido cuando Remus no le había contado de primero que le gustaba Harper. De hecho, James había sido el primero en enterarse y luego Peter. No lo podía culpar, e incluso había señalado que estaba sorprendido de que el licántropo siquiera le mencionara algo: inclusive él habría encontrado difícil volver a confiar en el desheredado primogénito de los Black.

Pero si había algo que Remus Lupin tenía, era un corazón de oro.

Sirius se aseguró de que la ventana estuviese bien cerrada nuevamente. Se encontraba sentado en el alféizar de la ventana de la habitación de James —en lugar de la de su habitación en la Torre, como era usual—, envuelto en una frazada y sentía cómo la temperatura comenzaba a decaer conforme caía la nieve. Claro, adentro de la casa no era tan evidente, pero por fuera, el cristal se comenzaba a congelar.

DAUGHTER OF THE NIGHT ▹ R. LUPINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora