Viaje en autobús

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Era extensa la carretera,

mojada,

y era tu silencio el paradigma de mis manos,

mis oídos que sin importar qué, 

esperarían siete vidas para escucharte hablar 

y corresponder a tus palabras 

sin tener que leer un verso delirado de mis labios, 

que se muerden por los tuyos.


Dentro de pequeños intervalos, 

cruzas la mirada con el alma

y me ves. 


Me ves con esas perlas negras y fijas,

me ves la boca, 

Y mi pecho quiere desarmarse en frente de ti. 


Me ves, 

y tengo que mantener en calma los movimientos de mis manos, 

el andar de mis dedos.


Para que no sepa el día

lo que sabe la noche. 

Él era mi desastre favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora