Era extensa la carretera,
mojada,
y era tu silencio el paradigma de mis manos,
mis oídos que sin importar qué,
esperarían siete vidas para escucharte hablar
y corresponder a tus palabras
sin tener que leer un verso delirado de mis labios,
que se muerden por los tuyos.
Dentro de pequeños intervalos,
cruzas la mirada con el alma
y me ves.
Me ves con esas perlas negras y fijas,
me ves la boca,
Y mi pecho quiere desarmarse en frente de ti.
Me ves,
y tengo que mantener en calma los movimientos de mis manos,
el andar de mis dedos.
Para que no sepa el día
lo que sabe la noche.
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Él era mi desastre favorito
PoesíaQue te diga que te quiere, no garantiza nada. A veces no vas a entender las decisiones de las personas, muchas veces ellos tampoco querrán dar explicaciones. No te queda de otra que disfrutar del tiempo ameno que te ofrecen y seguir con tu camino...