28 -Just a rhyme without a reason

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No recuerdo nada del funeral en sí.

No, miento, recuerdo poco. Las pastillas tardaron en patear, y cuando lo hicieron todo se volvió un poco más digerible. Mientras conocidos de mi abuela y otra gente desconocida para mi seguía llegando, impregnando su tristeza en el ambiente, mi familia no hacía más que pelear entre ellos.

Que, si a equis le toco un recetario, a tal una camioneta vieja, y de entre todos resalté en particular porque lo mío era un viaje espiritual porque mi abuela sabía que soy un fracaso en la vida. Y ni siquiera era para mí, solo era su capricho de esparcir sus cenizas por lagos del mundo, yo estaba en el medio por obra suya.

Lo más que recuerdo es que tanto el abuelo como Angela estaban visiblemente molestos por lo que pasaba, y pudo más su molestia que su tristeza.

Y ya está, eso es lo que recuerdo del evento.

De alguna manera sí recuerdo el levantarme el día siguiente en la casa del abuelo. Claro que lo recuerdo.

Sudaba demasiado, tenía frio, mi estomago ardía. ¿Y los barbitúricos? Se los llevo Francisca, a fin de cuentas, eran suyos. El día uno en casa del abuelo sería eterno.

Angie dormía en la misma habitación que yo, pero no hablábamos, eso estaba perfecto, no teníamos que hablar. Ver a mi hermana dormir con un camisón de alguna horrible banda de hard metal que usaba de bata al mismo tiempo me hacía recordar la intimidad que teníamos cuando éramos niños, en tiempos más simples, más inocentes.

Despertamos con el abuelo tocando la puerta, mientras Angie acomodaba su aparato auditivo, intenté espabilar con nulos resultados. Era como si todo fuera lento, como si cada parpadeo durara una eternidad.

El abuelo había preparado unos huevos estrellados con café, y mientras intente no vomitar mi comida (De nuevo, con nulos resultados) ellos hablaban para ponerse al día. Yo solo escuchaba en silencio, aunque a pesar de escuchar no procesaba nada. Sus labios se movían, sí, eso era un hecho. ¿Qué decían? Ni recuerdo ni lo supe en su momento.

En una mezcla perfecta entre mi paranoia y el sentimiento del funeral, sentí como si la abuela nos viera. Entonces fue cuando me preocupe, cuando vomite sobre la mesa y ante la cara de asombro de mi familia me fui de lado aun sentado para caer de golpe contra el piso. No me desmaye, solo parpadee eso fue todo. El abuelo me regreso a mi cuarto y Angie limpio el desastre.

Aun con las luces apagadas, con el cuarto en casi completa oscuridad, no pude dormir. Tenía frio, y en caso de que no identifiques Chiapas, no es precisamente Canadá en cuanto a clima se refiere. Me tapé con todas las sábanas que hallé, hasta las de la cama de mi hermana, y aun así temblaba de frio. Cuando ella volvió para ver cómo estaba, me destapo, me dio un manotón en la cabeza y prendió el aire acondicionado.

Ahora tenía calor. Le baje lo máximo posible, me quite casi toda la ropa. Nada. No podía dormir, con duras penas podía vivir. Angie volvió, me dio otro manotazo en la cabeza y me vistió, como quien viste a un maniquí que no coopera mucho. Cuando me saco del cuarto me percate que ya era de noche. El abuelo nos esperaba en el comedor, ambos tenían comida, pero lo único que me esperaba era una barra integral y un suero oral.

Angie se sentó a mi lado, me abrazo y me dio un beso en la frente. No tuvimos que hablar, pero sé que eso significaba que le preocupaba.

Comimos en silencio todos. Me llevó de vuelta al cuarto, y durmió a mi lado, abrazada a mí, aunque no pude dormir hasta que vi el amanecer del día siguiente en la poca luz que entraba por las cortinas.

El día dos no fue mucho mejor.

Cabeza, estomago, extremidades. Casi todo el cuerpo me dolía, como quien se resfría. No quise moverme de la cama ni porque mi hermana me estaba intentando arrastrar al desayuno. Intento arrastrarme a la bañera también pero no fui muy cooperativo tampoco, estaba muy cansado, morir es cansado.

Estuve enojado, no hablaba, a duras penas escuchaba, pero lo poco que de hecho escuchaba me enojaba sin razón. No, carajo, no quiero desayuno. No, tampoco quiero almuerzo. No, bañarme tampoco. No, no quiero pararme y hablar con ustedes.

Ante mi falta de cooperación, Angie decidió no hablar en absoluto. No es como que antes le hubiera prestado atención, pero ahora por alguna razón me enojaba que mi hermana no quisiera dirigirme la palabra. Lo poco que se comunicaba, y era muy poco, era con lengua de señas. Y excepto "idiota" realmente no entendía nada de lo que quisiera decir excepto que lo deletreara.

Me llevo la cena a la cama, una barra energética, un suero oral. Esta noche no durmió conmigo, ni siquiera en el mismo cuarto. Por fin pude dormir aquella noche, y juro que no estaba preparado para el día tres.

Soñé con Lucile, la extrañaba. En mi sueño, le presentaba a mi familia, y ella hablaba un español perfecto así que no tenía que traducirle nada, todos parecían adorarla. ¿Y quién no? Desgraciadamente no duro mucho ese sueño.

Sentí frio de golpe, húmedo todo. Al despertar me vi mojado, con cubos de hielo encima, la cama hecha un desastre entre sudor, agua y hielo; en el umbral de la puerta, mi hermana con una cubeta. Reuní mis dos centavos de fuerza y la intente seguir, gritando casi cualquier cosa que se me viniera a la cabeza, "sorda estúpida" es lo único que recuerdo con claridad haber dicho. Al llegar al comedor se paró en medio mientras se giró para verme. Hizo la seña de idiota justo en el momento en que recibí un golpe fuerte en mi cabeza. Que obsesión de la gente con golpearme en aquella época, y no los culpo, a decir verdad.

Sentí que me arrastraban por toda la casa, en el baño me desvistieron casi por completo para aventarme a la bañera como costal de papas. Había agua fría ya puesta, pero no estaba tan fría como en el momento en que ambos cómplices le echaron cubetas de hielo.

Volví en mí mismo por un momento, y creo haberme orinado un poco de tanto frio que había, aunque estaba tan deshidratado que dudo que hubiera mucho que orinar.

- ¿Cuánto tiempo llevas? -Pregunto el abuelo, sentado en el filo de la bañera.

- Tres días ya. -Respondí tiritando.

- ¿Apenas? Vaya nivel de adicción que debiste haber tenido. ¿Qué era? Sé que alcohol no, no tienes delirium ni pega tan pronto ¿Cocaína? ¿Heroína? ¿Metanfetaminas?

- Barbitúricos.

- Ah, los preciosos united states, donde tomar barbitúricos es completamente normal. ¿Qué tan alta la dosis?

- Doble de lo recomendado.

- Deberías estar con la abuela a estas alturas, Pablito.

- ¿Cómo sabes tanto de adicciones?

- ¿Qué crees que un premio nobel que habla sobre la juventud neoliberal de los 60 se escribe estando sobrio? No, necesitas un poco de inspiración, y la heroína daba justamente la cantidad adecuada para soportar eso, de soportar a un grupo de ancianos de derecha llamándote comunista o rojito porque vienes a cogerte sus nociones del estatus quo.

- Así que eras adicto a la heroína.

- ¿Qué crees que hacía de joven? ¿Cómo crees que conocí a tu abuela? ¿Crees que ella tejía a los 20 años suéteres y cocinaba carlotas para unos niños malcriados? No mijito, sabía que eras muchas cosas, pero no un pendejo. Estoy seguro de que tanto tu padre como yo te educamos mejor que eso. Y que esto. Mira este desmadre.

- ¿Angie sabe?

- Sospechaba. No le dije mucho, pero lo descubrió por sí misma. Es inteligente.

- ¿Y sigue enojada?

- De a madres; pero creo que es más por el hecho de que no le dijeras nada.

- Me enseñaste que la ignorancia es la felicidad.

- También te enseñe a no meterte drogas y mírate. Tienes dos días para reponerte, tu padre y su esposa vienen de visita para saber qué harás, yo también quiero saber qué harás.

Se paro, y no supe que contestar. 

Angie estaba en el umbral, no supe si estuvo ahí todo el tiempo o si acababa de llegar; se hizo un lado para que el abuelo saliera, solo se metió un momento para agacharse, agarrar mi mano mientras asentía con la cabeza y darme un beso en la frente.

No fue mucho, pero lo era todo.

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2023 ⏰

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