7 - Let It Bleed

8 2 1
                                    

Desperté con Lucille de frente mio. Me había quedado dormido anteriormente, cuando hablamos, pero no recuerdo de qué. Con los ojos borrosos, se me asemejo a un cuadro impresionista, porque no podía ver más allá de ella. Veía el panorama completo, y reconocía su presencia, pero si me acercaba demasiado solo parecía pintura chorreada, despojada de su esencia individual, convertida en uno con un todo que se complementaba.
¿Qué le había pasado a mi cuadro perfecto, aquel con un paisaje de maravilla? No lo sabía, y necesitaba dormir más, espabilarme un poco. Lucille me miró, preocupada, mientras recogía su bolso, lanzándome una mirada de indiferencia y enojo. ¿Qué demonios había pasado?

Estaba harto del cuarto, y él estaba hecho un desastre. No quise volver ahí, así que agarre el dinero para el bus de ida al white castle. Pensaba recoger mi finiquito y salir con la cola entre las patas. Creo que iba con pantuflas. No lo sé, pero no había dormido mucho en esos días, odiaba verme al espejo y sentirme horrible, como si algo hubiera mal conmigo.

En el bus, me senté en la ventanilla y mire las calles, visualizando el esplendor de la decadencia. Me entristeció ver como el mundo parecía irse al caño a mi alrededor, y aun así, pensé que solo era yo, que esa decadencia siempre estuvo ahí pero estuve encaprichado en mi burbuja perfecta, sin asimilar la triste realidad.
La realidad es que, aunque estuviera solo, el mundo seguiría girando sin mi. Por desgracia.

Cuando llegué, tome la puerta de atrás. No sé que hora era, estaba más dormido que despierto, Thomas no podría haber estado ahí, y si lo estaba, entonces pasé de él. Todos me veían raro, sentí miedo mientras pase a la pequeña oficina de recursos humanos, y la gerenta, Abigail, vino.

Nos miramos incómodamente, principalmente por la discusión que habíamos tenido en el teléfono días atrás. No pude ver su cara directamente, parecía distorsionarse, habló durante un rato mientras firme y recibí mi cheque. Veía sus labios moverse, pero no entendía lo que quería decir, no pude entender nada. Salí casi corriendo, no quería estar en ese lugar en ese momento.

- Pablo. -Su voz temblaba. Abigail estaba detrás mio, puso su mano en mi hombro para detenerme.

- ¿Sí? -Pregunté, sorprendido de que me dirigiera la palabra.

- Sé que esto es incomodo, -Me miró a los ojos- pero, por lo que dijiste el otro día por teléfono, ¿en verdad lo hiciste?

- ¿Qué?

- ¿Te tocaste conmigo?

- Sí. -Respondí sinceramente, desinteresado en su reacción.

¿Cuanto son cinco segundos?
Sí, sé que son cinco segundos, gracias capitán obvio; realmente me refiero a ¿Cuanto te parecen cinco segundos?

Tu corazón bombea 578g de sangre.
80 millones de toneladas de agua es evaporada desde la superficie de la tierra.
Nacen 21 bebes.
Se beben 254 tazas de café en todo el mundo.
El universo se expande 46 millas.
500.000 reacciones químicas se manifiestan en todas y cada una de las células de tu cuerpo

Pues cinco segundos de mirar a los ojos a una tipa a la que le confesé que me toque pensando en ella fueron una eternidad. La tensión se podía sentir en el aire, sus ojos mirándome fijamente, quisiera poder recordar su cara, su inexpresion, mi comentario insípido en el aire.

Ella sonrió. Yo no.

- Mi turno ya casi termina, -Miró su reloj- y no vivo muy lejos de aquí. ¿Quieres ir por un café?

Acepte, aun me pregunto porque. Una comezón en mi cabeza me invade cuando vuelvo en mi, cuando me doy cuenta de que todo esto estaba tan mal, pero seguí la corriente.

Copulamos como conejos.
Todo lo que quedaba del día estuvimos así. Era raro, el estar con ella así se sentía extraño, porque no nos gustábamos, no nos queríamos, solo existíamos ahí y en ese momento. Ni siquiera sé porque lo hicimos, tal vez por la humillación que le causó que me tocara pensando en ella de esa forma. Era eso, creo. Quería que la golpeara, que le dijera cosas sucias, que apretara con odio sus  casi inexistentes pechos, que la hiciera sentir sucia, humillada, usada.

Cada vaivén era con odio de mi parte, con furia asesina, para demostrarle que no la quería, que su presencia me asqueaba; pero, por raro que parezca, era reconfortante para ambos. Un acto sexual tan enajenado del amor, basado en la rabia, inspirado en desprecio reciproco. La odiaba, era una jefa terrible y una persona catastrófica, pero entre sus piernas hallé consuelo, y en sus brazos hallé paz. Su sexo me recibió con humedad, pero su cara lo hizo con tristeza, sus gemidos con agonía, sus uñas con furia.

Era de noche cuando terminamos nuestra sesión erótica. No sé cuantas veces lo hicimos, y no me interesaba. Estaba demasiado medicado para saberlo, y necesitaba más medicación.

- Medicamentos para dormir, ¿tienes? -Pregunte, vistiéndome de nuevo.

- Depende. -Respondió,  y buscó en su buró.- ¿Qué te va más? ¿Codeina, oxicodona, fentanilo, metadona?

- ¿Qué funciona mejor?

- Lo que sea, que funcione rápido, que me haga dormir, que me haga no sentir dolor.

- Empecemos con esto. -Me dio un paquete de codeina- Si quieres dormir bien, usa un par de estos. Si no va contigo, tal vez la metadona o el fentanilo te hagan mejor efecto.

- ¿Cómo sabes tanto sobre esto? -Amarraba mis cordones, intentaba no distraer mi vista en su cuerpo desnudo, no quería seguir ahí por mucho tiempo más.

- Tengo un amigo que es doctor, me recomendó un par de medicamentos y me da prescripciones si las necesito. Si sigues viniendo por aquí, podría darte las prescripciones también a ti.

- ¿Esta bien si sigo viniendo? -Pregunte, incomodo.

- Sí. -Gateo sobre la cama hacia mi, y me jaló de la camisa para llevarme sobre ella mientras se recostaba.- ¿Por qué no te quedas aquí, conmigo, hasta la mañana en que vaya a trabajar?

La mire, y vi en sus ojos una sinceridad extraña, una tristeza inmensurable. Era como si no quisiera que dejase sola. Yo tampoco quería estar solo; en el departamento, los chicos llegarían tarde y cansados de sus vidas, tenían suficiente que lidiar como para cargar conmigo, que en esos momentos era peso muerto.

- Puedo quedarme, -Susurre, mientras besaba mi cuello.- pero no pienso que esto este bien.

- No te preocupes -Dijo, y metió una pastilla en mi boca.- relajate y todo estará bien, solo tienes que dejarte llevar.

Y me desnudó para empezar de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo. Y de nuevo.

Y de... ¿Qué estoy haciendo?

El lineamiento de las emocionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora