Karelu

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Cada segundo, era extraño, habiamos empezado con un beso lleno de deseo , y claro que era estúpido el momento de ahora, pero lo disfrutaba de una forma tan placenteramente estúpida. Tenerlo encima de mi tratando de quitar cada botón de una forma desesperada mientras no paraba de besarme.

—Con el holograma, seria más fácil.—Suspiro mientras terminaba de quitar la parte superior de mi traje.

—Lo se.

Apesar de que apenas estaba recostada mi frente sudaba, por mi espalda corría un cosquilleo, tragaba saliva y trataba de retomar la respiración. Todo era tan difícil cuando estaba con Miguel, hablar, razonar, caminar, era imposible no temblar cuando lo miraba porque era frío y de mal carácter, pero extrañamente eso era lo que deseaba de el, todo lo malo era bueno para mi. Aunque en minutos su enojo me daba miedo, me cortaba la respiración y mi cuerpo no funcionaba de una forma muy buena.

Bajo su mano izquierda a mi falda mientras que con la otra apretaba un poco mi cuello, el seguía besándome de una forma brusca, ambos nos quedábamos sin aire pero a él no le importaba. Mientras bajaba la falda soltó un leve gruñido y dejó de besarme, utilizo ambas manos para quitarla.

—¿Por qué una falda? ¿Por qué Mika?—El se acercó a mi pecho mientras lo mordía levemente aún por encima del sostén.

—¿Por qué no?—Solte un leve jadeo cuando sentí sus dientes.

Trataba de solo utilizar sus dientes aunque sus colmillos sobresalían y rozaban levemente mi pecho, eran fríos, sabía que si llegaba a morderme con ellos estria paralizada por un buen tiempo, no eran una buena experiencia.

Me encantaba la desesperación que sentía cuando quería quitar cada prenda de mi cuerpo, a veces era un poco difícil, así que optaba por romperla. Miguel usaba la fuerza para cualquier cosa, sin importar que no la requiriera, era estupido pero al mismo tiempo era algo que me gustaba, cada estupidez de el me gustaba.

Bajo a mi abdomen y dio un pequeño beso, un escalofrío recorrió mi cuerpo, era extraño el tacto de sus labios en cualquier otra parte de mi cuerpo que no fuera mi cuello o labios, el tacto era un poco más frío, sobre todo húmedo, me gustaba como se sentía, todo lo diferente es mejor en todos los aspectos.

Sus manos subieron a mis pecho y los presionó levemente antes de romper el sostén con fuerza.—Ahí va otro.—Comenté mirando a Miguel antes de que comenzará a besar mi pecho derecho.

—No lo necesitas, para eso están mis manos y mi boca.

Sentí como me sonrojaba de forma rápida, trate de tapar mi cara con mi brazo. Eran estúpidas las cosas que decía, pero al mismo tiempo eran cosas que me gustaban, cosas que el mismo sabía que me harían sonrojar o excitar.

Miguel levemente volvió a besar uno de mis pechos, mientras besaba comenzaba a succionar con deseo el pezon, yo grite levemente al sentir como comenzaba a morderlo, trague saliva y arquee la espalda, al hacer eso el me tomo de la cadera, con una maniobra rápida me subió a él mientras seguía haciendo su trabajo. Hice un poco la cabeza hacia atrás mientras movía la cadera en círculos, escuchaba como su respiración también se agitaba.

Yo también sabía cuales eran sus puntos débiles, y uno de ellos era yo, yo haciendo cualquier cosa sobre su cuerpo, besarlo, tocarlo o simplemente dormir sobre de el, para el cualquier contacto conmigo era lo que necesitaba para comenzar a desearme, incluso si era solo una palmada en la espalda. Mientras me movía y el jugaba con mi pezon, traté de pasar mis manos por su cuello, me era casi imposible, mis extremidades temblaban.

—Desctivalo.—Susurre de forma excitada.

Miguel se separo de mi pecho con un pequeño hilo de saliva que los unía, mire hacia abajo y estaba rojo, yo sonreí, por una extraña razón me hacía feliz que dejara marcas en mi cuerpo, no me importaba donde o de que tipo fueran pero que fueran marcas.

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