Spokój

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Los rayos del sol que golpean mi cara hicieron que me despertara, en ese momento entendí que debía comenzará a dormir con las cortinas cerradas, aunque tuviera miedo. Me levante de la cama y salí de la habitación comencé a dirigirme a la cocina, olía a panques, un aroma que recuerda a lo hogareño que un lugar puede llegar a ser.

Cuando llegue mire a Jess, ella estaba cocinado algunos mientras que otros ya estaban preparados, cuando volteo con el sartén en manos me sonrió, era tan cálida, casi como mi madre, yo tomé asiento aunque no me dijera que lo hiciera, ya llevaba cuatro semanas ahí, para mi, ya era mi casa.

—Come, come, ya puse la cafetera para que te despiertes.—Dijo mientras seguía haciendo otros.

Se veía muy linda con esa sonrisa, con su embarazo de posiblemente seis o siete meses, en verdad ella merecía el cielo, muchos hijos, felicidad y cualquier cosa que tuviera que ver con su felicidad.

Tome una taza de café sin nada de azúcar, necesitaba aguantar todo el día despierta, no haría nada pero necesitaba cuidar de Jess, ayudarla con las tareas de la casa y sobre todo dibujar un rato con los hermosos días que derrepente sucedían en esa tierra. Antes de comenzar a comer los panques unte un poco de mantequilla con poca miel, de esa forma sabían mejor, o solo era mi forma "especial de prepararlos", de esa forma me recordaba a mi hermano, el los comía de la misma forma.

Mientras tomaba mi café miraba a Jess, ella estaba muy concentrada cocinando, a mi también me gustaba cocinar, aunque casi no lo hacía, en el cuartel por alguna razón había spider-chefs, yo los llamaba de esa forma porque era gracioso ver como se enojaban; aunque algo que si me debían ameritar era la receta de las empanadas, aunque yo le daba las gracias a mi abuela. Algo que me enojaba de esos chefs era solo cocinaban lo que Miguel decía y cuando yo quería algo diferente como unos tacos, o unos chilaquieles los tenía que hacer yo porque esos inútiles no sabían prepar nada bueno.

—Ya tan rápido tienes diecinueve, no te di tu regalo pero déjame ir por el.—Jess salio de la cocina no sin antes apagar todo y dejar los últimos panque calientes sobre el plato.

Yo me quede ahí mirando por la ventana, el día estaba hermoso, era tranquilizante, tomé el último sorbo de la taza de café y terminé el último pedazo de panque, después de eso comencé a lavar cada plato sucio que había quedado de la cena, incluyendo los de ahora, era extraño que lo dijera pero había extrañado lavar, aunque no me gustaba lo hacía con una sonrisa porque mi madre siempre me obligaba a hacerlo.

—Mira.—Escuche la voz de Jess y la mire, ella tenía una pequeña caja en sus manos.—Se lo mucho que apreciabas la pulsera que te había dado tu madre, así que hice una con mis propias manos.

Tomé la caja, dentro de ella estaba una pulsera con piezas color verde, azules y negras, con una pequeña letra M, era un poco idéntica a la que mi madre me había dado, pero no me importaba porque estaba echa a mano, justo como la que mi madre me había dado; de inmediato me la coloque, se veía muy bien puesta.

Yo abrace a Jess con un poco de fuerza pero con mucho cuidado de no aplastarla, en verdad me preocupaba mucho su embarazo y ella.—Es más que perfecta.—Conteste mientras se separaba de ella con cuidado.—¿Puedo ir a visitar a un amigo?

—Uhm, depende ¿A quien?—Dijo mientras tomaba asiento y tomaba un panque.

—Es un chico, se llama Peter, además ya sabes que no puedo viajar a la dimensión de Hobbie, Lyla no me deja.

—Ve, pues, pero me avisas cuando te vayas.—Yo sentí y subí a cambiarme.

Después de dos horas se fue al cuartel, yo me quede en la casa mientras limpiaba algunas cosas y lavaba ropa, estar en esa tierra la era la tranquilidad que deseaba desde hacía muchisimos meses. Había días en los que yo tomaba el lugar de Jess como spider-woman, era obvio que no era tan buena como ella, pero lo intentaba; seguramente Miguel nunca me hubiera dejado hacer eso, pero el no está ahí para mandarme, no lo iba a estar en un buen tiempo y en verdad eso estaba esperando, quedarme con esa maravillosa tranquilidad.

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