Ilmestys

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—Dices te amo ¿Sabes siquiera que significa esa palabra?—Pregunté mientras me levantaba de la cama. Comencé a quitar cada una de las prendas que tenía hasta solo quedar en ropa interior.—Solo me deseas, Miguel, una vez dijiste que nunca me llegarías a amar, que no me hiciera ilusiones, así que... no te creo.

Camine al armario para sacar una ropa distinta, era algo raro que cambiará de vestimenta, no lo hacía usualmente, porque siempre se necesita que spider-woman salga a salvar un universo entero. Miguel no decía nada, ni siquiera se levanto de la cama, seguía ahí, sentado; escuchaba la forma en la que respiraba era de una forma tan pesada que llegue a pensar que el aire le estaba faltando, pero no me estaba implicando del todo. Comencé a recoger toda la ropa sucia para llevarla al cesto, también acomode mis cómics, todos los que había acabado de leer, después saque la libreta de dibujos, la misma la acomode en el pequeño escritorio con lápices, colores y pinceles, lo único que tenía para dibujar, pero servía.
Yo no planeaba seguir hablando con Miguel, había echo una pregunta y si no deseaba contestar por mi no había problema, justamente fue el que me enseño a no rogarle a nadie por nada, con el no sería una excepción.

La vez que dijo que jamás me amaría por alguna razón sentí un vacío dentro de mi, luego lo entendí, pero tenía razón, no podía amar a la chica con la que se acostaba para desestresarse, la cual en un inicio veía como a una niña, como a una hija, lo mismo conmigo, no lo podía amar porque lo veía como al que deseaba para unas cuantas noches, como a una figura paterna; estaba mal, por parte de ambos, los dos buscábamos algo que llenará el vacío que nos habían dejado, pero estaba claro que nunca sería posible.

Escuche un suspiro por su parte, tomé la silla que estaba frente el escritorio y la coloque frente a Miguel, después tomé asiento, cuando lo hice el me miro, yo solo cruce las piernas, seguía esperando la respuesta a la pregunta que sabía que no encontraba.

—¿Y si lo se?—Cuestiono mientras se sentaba de forma recta.

—Pues respondame.—Seguía manteniendo mi postura, pero en realidad deseaba seguir besándolo, era tan débil mi fuerza de voluntad.

Miguel suspiro, tomaba su tiempo para decirme lo que deseaba, en verdad estaba usando todo su poder para mentirme, porque sabía que no me amaba, solo lo decía para ¿Controlarme? Seguramente era para eso.
Odiaba aceptarlo pero si por mi parte fuera, le hubiera contestado de forma inmediata, le hubiera dado razones para que en verdad funcionará lo nuestro y era ilógico porque no lo amaba pero deseaba tanto su compañía que hubiese echo todo por él, todo menos rogar algo que no podía que nunca sería.

—Contigo, Mika.—Arquee levemente la ceja mientras lo miraba y cruzaba también los brazos, en esos momentos me sentía tan grande.—Significa posibilidad, riesgo, desastre, amabilidad y cualquier otra estúpida palabra que sea buena o mala, caliente o fría, Mika, cada vez que tengo una misión mi única razón para regresar a este lugar eres tú, y sé que soy una mierda de persona, sé que te eh obligado a hacer tantas cosas que solo recordar deseo morir. Pero Mika, eres en quien pienso día y noche, segundo tras segundo, se que estoy mal porque te deseo desde que tienes diecisiete, pero sabes que soy capaz de todo por ti, solo no me pidas la verdad, porque jamas pensaría en lastimarte, no más de lo que ya hice. En verdad te...

Levante mi mano cuando diría la última palabra, ¿Realmente se estaba sincerando o me estaba manipulando? Seguramente era la segunda. Trague saliva no iba a contestar no porque no supiera que decir, si no porque estaba saboreando cada una de sus palabras, estaban tan pero tan vacías, les hacía falta sentimiento, o tal vez algún condimento, como sal, pimienta o era simplemente que no deseaba aceptarlas, no quería sentir eso por Miguel, ¿Era posible enamorarnos? Claro que no, porque cuando dos corazones laten al mismo tiempo uno de ellos debe comenzar a latir más lento.

Miguel simplemente me miraba, yo mantenía el contacto visual tratando de buscar la mentira en sus ojos, ellos eran muy expresivos, pero esta vez no, solo estaban ahí, cumpliendo con su función, lo mismo pasó con sus demás músculos de la cara, estaban, existiendo; simplemente no expresaba nada o quizá yo no deseaba ver nada.

—No te creo.—Solte secamente, Miguel sonrió y con un maldito demonio caí, caí porque ahora deseaba que me cogiera.

—Ni siquiera esperaba que lo hicieras, estas tan acostumbrada a las mentiras que las verdades ni las conces.

Me levante de la silla y lo mire sin bajar la cabeza.—El problema, Miguel.—El subió la mirada, mientras manteníamos la mirada tantos escenarios llegaban a mi cabeza.—Es la forma en la que lo dices.—Trague saliva, luego aclare la garganta. Si seguramente estabamos diciendo "verdades" entonces yo diría algunas.—No te creo, porque tu no conoces ni siquiera que es el amor, más que el que sientes hacia tu hija, y ese amor es el mismo que sientes por mi, por eso no creo. Porque si fuera un tipo de amor diferente, aquella vez, en la que te enteraste que estaba embarazada por segunda vez, te hubieras emocionado tanto como yo, pero no porque... ¿Sabes que hiciste?—Miguel se levanto y estaba completamente dispuesto a abandonar la conversación. Con una telaraña bloquee la manija de la puerta, no dejaría que volviera a huir, no ahora que volvía a tomar valor.—Me obligaste a abortar.

—¡Ya basta!—Grito mientras me miraba a los ojos.

—¡Eso te dije yo!—Sentí como mis ojos se comenzaban a mojar.—Pero te valió madres, a porque si te acuerdas ¿No? Que me envenenaste, que me llevaste en contra de mi voluntad, ni siquiera me preguntaste si lo quería o no, por culpa de eso te tengo miedo.

—¡Por qué el primero te estaba matando!—Ambos estábamos muy cerca, sentía su respiración en mi cara y no se como mierda pero en ese preciso momento lo estaba deseando, era una estupidez porque ni siquiera en momentos tan importantes dejaba de querer que me hiciera absolutamente todo.

Era extraño pero la vez del primer embarazo imagine un escenario en el cual al fin lo miraba sonriendo, donde al fin miraba que había olvidado a su hija y ahora feliz con nuestro hijo, mientras el jugaba yo los miraba dibujando, sin importarme ahora si volvería a mi tierra porque al fin había encontrado un lugar donde no estaba sufriendo, donde aunque Miguel no fuera mío tenía un motivo, un motivo para estar ahí en ese cuartel el cual deseaba dejar. Y creo que eso fue el motivo de mi "rebeldía" porque como no tuve nada que me atara a ese lugar comencé a irme con Hobbie a distintos lados, a conciertos o misiones, eso era lo que molestaba a Miguel porque ya no pasaba tanto tiempo con el, pero me di cuenta que yo también tenía vida aparte, aparte de toda esa mierda aracnida, o almenos eso creía.

Gracias a Hobbie conocí mucha gente, me hice conocida como yo, como Mika y no como "la querida de Miguel", gracias a Hobbie todos supieron de mi historia, que hacía allí, incluso algunos se enteraron de mi cumpleaños, muchos de ellos me daban regalos atrasados, con Hobbie era libre, era Mika y por momentos no era spider-woman. Había veces en la que me quedaba con el porque me enojaba con Miguel, el nunca me negaba nada, es estúpido pero cada vez que estoy con el vuelvo a sentir el aroma de la libertad, no digo que con Pav o Peter sea de esa forma, claro que con ellos pasa, pero por una razón no es igual. Peter siempre va a seguir las órdenes de Miguel, todo porque es el líder y Pav, es solo un niño, pero el sería capaz de delatarme, no lo haría con mala intención pero lo haría. El problema con Hobbie era que Miguel lo odiaba por esa razón, por toda la libertad que tenía, porque no lo seguía y porque yo lo quería más, ¿Cómo no hacerlo? Hobbie me dejaba hacer todo lo que Miguel en ninguna otra tierra me hubiera dejado hacer.

—Ajá.—Respondi mientras trataba de mantener las ganas de llorar o de besarlo, ambas quizá.—¡Creíste que era de Hobbie!

Solo deseaba hablar pero parecia que también quería pelear, o solo quería que reconociera sus errores, pero sabía que nunca lo haría, porque aceptarlos sería aceptar que no solo mató a una, si no que mató a tres de sus hijos, pero solo le lloraba a una, y lo entendía, porque para llorar a los otros dos estaba yo.

Kirmizi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora